EE.UU.: proponen diversificar a las poblaciones hispanas que se estudian y a los investigadores que las estudian. La “paradoja epidemiólogica hispana”.
Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC) ; Boston, EE.UU., 19 Septiembre 2023

Una nueva generación de científicos de Estados Unidos -muchos ellos de origen hispano- comienzan a lograr avances en descifrar el motivo por el cual los hispanoamericanos viven en promedio varios años más que los blancos, a pesar de tener menos ingresos, inferior atención médica y tasas superiores de diabetes y obesidad, entre otras morbilidades. 

La “paradoja epidemiólogica hispana” (PEH), tal como se llamó el hallazgo científico en 1986, implicó para EE.UU. un derrotero fallido de cuatro décadas consumidas en explicar (o desacreditar) una evidencia del mundo real inconcebible para la población blanca local.

La inmigración excluida
El progreso en desentrañar las causas de la PEH se ve facilitado por el acceso creciente a datos más abarcativos, poderosas herramientas genómicas y una conciencia cultural de las comunidades hispanas que en la actualidad constituyen casi un quinto de la población estadounidense.

La profundización de la PEH, busca comprender qué partes perduran, cuáles no y cómo se altera a medida que evoluciona la transformación de los patrones de inmigración. Por otra parte, el análisis de la supervivencia hispana no significa vivir más saludablemente, porque aglutinar en estudios científicos personas de Brasil, México y Puerto Rico, por ejemplo, implica ocultar riesgos o enfermedades específicas que incluso pueden pasar desapercibidas para muchos médicos estadounidenses.

La nueva camada de investigadores están descubriendo que los hispanos sanos que migran a Estados Unidos tienden a enfermarse a medida que aumentan sus permanencias, situación que plantea interrogantes sobre el motivo por el cual el país que gasta más de 4 billones de dólares en atención médica está mucho más enfermo de lo que debería.

Kyriakos S. Markides, sociólogo, docente de la facultad del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, San Antonio, considera que “parte de la historia de la PEH radica en que a la población blanca no hispana no le está yendo tan bien como debería”.

Markides acuñó el término PEH en un artículo de 1986 editado por la revista Public Health Report 1 donde mostraba que los hispanos del suroeste de Estados Unidos vivían tanto o más que los blancos. El hallazgo fue recibido con incredulidad y críticas generalizadas. 
"Todo el mundo decía que los datos eran inconsistentes", recordó Markides “pero me arriesgué con un colega y publiqué el trabajo”.
Con el tiempo, y a medida que se incluían más hispanos en los estudios epidemiológicos, nuevos registros confirmaron los hallazgos; pese a esto, los investigadores continuaron la búsqueda de razones para desestimar la PEH.

Las desacreditaciones infructuosas 
En primer lugar, se comentaba “el sesgo del salmón”, basado en que muchos inmigrantes hispanos no estaban incluidos en las cifras de mortalidad porque regresaban a sus países de origen para morir. Un análisis de los datos del Seguro Social 2 de EE.UU. mostró la irrelevancia del sesgo del salmón para explicar la paradoja.

El “efecto migrante saludable”, sostenía que los migrantes por decisión propia se mantenían en forma llamativamente saludable, condición cuya apariencia cierta no revelaba la brecha por esperanza de vida, según explicaron tres economistas hispanos en un análisis minucioso de 2023 3, que además desestimó la postura de la menor cantidad de muertes de hispanos por predominio de inferior edad en la población hispana. Al ajustar los datos por edad, los economistas ratificaron la validez de la PEH.

El papel de la dieta se sumó a los argumentos que pretendían esclarecer la mayor longevidad. En este caso, no se recogió evidencia decisiva referida a que los alimentos expliquen la mayor extensión de la vida, sin perder de vista que las dietas de una importante cantidad de inmigrantes empeoran con rapidez después del arribo a los EE. UU.

La explicación basada en los imprecisos certificados de defunción criticaba la investigación de Markides con el argumento de que los hispanos a menudo eran clasificados erróneamente como blancos. La teoría fue descartada al mantenerse la validez de los hallazgos cuando aumentó la precisión de los datos demográficos por defunción.

El punto de inflexión aconteció en 2010, año en que el Centro Nacional de Estadísticas de Salud 4 informó que los estadounidenses hispanos respecto a los blancos tenían una esperanza de vida superior a los dos años. 

Poco después, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades 5 informaron con amplitud que los datos de mortalidad correspondientes al período 2009-2013 mostraban que, en comparación con los blancos, los hispanoamericanos tenían tasas de mortalidad inferiores para la mayoría de las principales causas de muerte.
Los hallazgos de este informe son consistentes con los anteriores que utilizaban la calificación PEH.

El profesor John Ruiz, al culminar en 2012 su carrera universitaria, publicó un metanálisis de 58 estudios 6 que no solo confirmaban la existencia de la paradoja sino que además mostraban a las poblaciones hispanas de EE.UU. con un riesgo 17,5% de menos mortalidad por cualquier causa en comparación con otros grupos raciales y étnicos. 

Los positivos vínculos familiares y sociales
Ahora profesor de psicología clínica en la Universidad de Arizona, Tucson, Ruiz concentra sus esfuerzos en el estudio de los estrechos vínculos familiares y comunitarios entre hispanos y la influencia que ejercen en los mejores resultados de una variedad de enfermedades.
Las investigaciones incipientes en el área dan pistas sobre lo que podría estar en juego. 

Una de ellas sugirió que las mujeres hispanas nacidas en el extranjero, con mejores resultados de parto que las de otros grupos étnicos, disponían de más “tenacidad, compromiso y espiritualidad” 7, conductas que podrían representar la base de su resiliencia. 

Otra que abordó el denominado Efecto Barrio 8 muestra que a pesar de los posibles niveles superiores de delito y pobreza, los habitantes de vecindarios hispanos con alta densidad poblacional tienen mejores resultados de salud.

Una variedad de factores podrían contribuir a una mejor salud: tener a alguien en casa que ayude en situaciones de emergencias o integrar un grupo que se solidarice en el momento de afrontar un pago inesperado.

En atención a los estudios que destacan la característica de “compartir cultura” 9 por parte de asiáticos e hispanos -dos de los grupos raciales y étnicos más longevos de Estados Unidos- Ruiz juzga viable la posibilidad de replicar el comportamiento. La opinión del investigador se enmarca en sus evaluaciones actuales sobre la resiliencia a las enfermedades cardiovasculares y el cáncer de pulmón avanzado en hispanos.

En tiempos de pandemia, algunos trabajos anunciaron el fin de la paradoja debido a las elevadas tasas de muerte registradas en la comunidad hispana. Sin embargo, los datos de 2021 10, muestran qsu sobrevivencia superior a un año respecto a los blancos.

La paradoja se extiende
Un artículo de 2020 11 informó que la condición mundial de la PEH no estaba solo ligada a la inmigración de los EE.UU. 
Los habitantes de países como Nicaragua, Colombia, Cuba y Perú viven más que los blancos de EE.UU. posiblemente por las tasas menores de tabaquismo, como así también por la influencia del cohesionado entramado social y familiar. 

En consecuencia, la PEH no ocurre solo fronteras adentro de EE.UU., sino que también se verifica en países de media o baja capacidad económica.

Menor mortalidad, mayor morbilidad 
El reciente estudio 12 del médico puertorriqueño Olveen Carrasquillo, decano asistente y profesor de salud pública de la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami, recurrió a la base de datos All of Us del programa de los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health - NHI) de EE.UU. que como ninguna expresa la diversidad genética del país.

El artículo que publicó la revista Journal of General Internal Medicine entrega un mensaje diferente e importante: la extensión de la vida hispana se acompaña con más enfermedades y es posible que tal carga insuma décadas. En su investigación demuestra que las mujeres y hombres hispanos de EE.UU. concentran tasas de enfermedades cardíacas superiores a las de sus pares blancos y negros.
Con el fin de probar certezas, Carrasquillo analizó más de 40.000 hispanos y, como paradoja, encontró elevadas tasas de enfermedades cardiovasculares.

Carrasquillo no cuestiona la PEH; sus datos se refieren a tasas de enfermedad, no a tasas de mortalidad, piedra angular de la paradoja. Deja en claro que los hispanos necesitan controlar su diabetes, obesidad y presión arterial. 

La salud de la cohorte participante se erosionaba a medida que envejecía, se aculturaban sus miembros y padecían los efectos de la vida cotidiana caracterizada por el duro trabajo físico, la discriminación y la atención médica de baja calidad.

Markides no podría estar más de acuerdo. El estudio longitudinal de casi 4.000 mexicano-estadounidenses mayores que durante décadas llevó a cabo observó cómo la salud de la cohorte participante se erosionaba a medida que envejecía, se aculturaban sus miembros y padecían los efectos de la vida cotidiana caracterizada por el duro trabajo físico, la discriminación y la atención médica de baja calidad.

"Los hispanos vivimos y sufrimos mucho”, resume la contradicción Jane Delgado, médica cubanoamericana, presidenta y directora ejecutiva de la Alianza Nacional para la Salud de los Hispanos (National Alliance for Hispanic Health).

Los conflictos de interés sociales y culturales 
Delgado critica en la revista New England Journal of Medicine 13 a los investigadores que ignoraron los datos de la PEH por no coincidir con los sesgos culturales prevalecientes en el país. La médica residente en Miami explicó en su artículo que EE.UU. desaprovechó la oportunidad para repensar cómo es vista por todos la salud y la prevención.

Es comprensible entonces el poco estudio que deparó la salud de los hispanos: recién en 1980 el censo de Estados Unidos añadió una pregunta referida al origen étnico. 

Las primeras investigaciones sobre salud se centraron casi exclusivamente en los mexicano-estadounidenses por constituir durante mucho tiempo la mayor parte de la inmigración hispana.

Aunque algunos investigadores hayan comenzado a separar los resultados de los puertorriqueños o de las personas con ascendencia cubana o mexicana, para la médica dominicana Luisa Borrell, aún es insuficiente. 

Borrell es una distinguida docente de epidemiología y bioestadística en la Escuela de Graduados en Salud Pública y Políticas de Salud de la City University de Nueva York y editora asociada de la revista American Journal of Public Health. La comunidad dominicana que integra no participa en estudios de salud que los contemple, como los salvadoreños, pese al crecimiento demográfico de ambos grupos por la merma de inmigración mexicana.

En 2008, Borrell fue una de las primeras en analizar la hipertensión en grupos hispanos diferentes. Si bien descubrió que los mexicano-estadounidenses, al igual que los centroamericanos y sudamericanos, exhibían menos propensión a informar la enfermedad que los estadounidenses blancos, como predecía la PEH, encontró algo particular que hasta el momento se había pasado por alto: los dominicanos estadounidenses reportaban más hipertensión que los afroamericanos. 
"Estos hallazgos exigen un desglose de datos más allá de las categorías raciales/étnicas estándar", escribió en aquel momento.

Entre los beneficios de la falta de diferenciación se  destaca el ahorro de complicaciones y la seguridad que los estudios abarcarán muestras voluminosas, aunque las cantidades de participantes sean engañosas.

Pocos estudios importantes de EE.UU. separan en subgrupos a los participantes hispanos. Entre los beneficios de la falta de diferenciación se  destaca el ahorro de complicaciones y la seguridad que los estudios abarcarán muestras voluminosas, aunque las cantidades de participantes sean engañosas, como en un artículo tras otro lo corroboró Borrell.

Cuando evaluó las tasas de mortalidad de las mujeres hispanas en 2012 14, encontró que diferían según el subgrupo hispano, pero también si habían nacido en Estados Unidos o en el extranjero. 

Diez años después analizó los resultados de los nacimientos de hispanos en la ciudad de Nueva York para descubrir que el buen peso de nacimiento de los bebés mexicoamericanos y sudamericanos, como sugiere la paradoja, era diferente al de los niños cubanos. 

El estudio 15 dió cuenta además de una mayor mortalidad infantil entre los bebés puertorriqueños y dominicanos, en comparación con los blancos.

“No podemos continuar instalando a todos los hispanos en un mismo grupo” porque, entre otras razones, "provienen de 27 países aproximadamente". 

La médica dominicana de reconocida labor en los ámbitos académicos neoyorquinos, opina que la atención no debería centrarse en probar o refutar la PEH, sino más bien en comprenderla en especial a medida que evolucionan los patrones de inmigración.

Borrell espera que la paradoja se reduzca, y tal vez incluso desaparezca por completo, a medida que los mexicano-estadounidenses, con sus ventajosas esperanzas de vida, se conviertan en una proporción menor respecto a la recién arribada población inmigrante. 

Este proceso se producirá en paralelo con el envejecimiento de los instalados y la consiguiente adopción de conductas poco saludables, expresadas en tasas más altas de fumar, beber y alimentarse con los insumos procesados, habituales de su nuevo país.

Steban González Burchard, director de Asthma Collaboratory de la Universidad de California, San Francisco (UCSF), de origen puertorriqueño, concentró su atención en la ascendencia genética por creer que su estudio contribuiría en gran medida a comprender la PEH.

Entre las dudas a desentrañar, otorgó especial preferencia a la comprensión del por qué los mexicano-estadounidenses tienen algunas de las tasas más bajas de asma en los EE.UU., haciendo propios los hallazgos de los CDC que muestran a los hispanos del noreste con tasas mucho más altas de la enfermedad.
Burchard observó que esta última población no era principalmente mexicano-estadounidense como sí lo era la que habitaba la costa oeste.

Supuso entonces que las tasas más altas de asma de algunos grupos hispanos, en competencia con las de afroamericanos, guardaban relación con la mayor ascendencia africana de los puertorriqueños respecto a los mexicano-estadounidenses.

Pero a Burchard, le llevaría décadas analizar la compleja genética del asma. Había poca investigación genética sobre hispanos cuando Burchard comenzó a encontrar pruebas cuando advirtió que el Estudio de Framingham corroboraba la poca investigación genética con participación de hispanos:
los participantes de la célebre investigación eran en su mayoría blancos cuando la empresa biofarmacéutica deCODE Genetics con sede en Reykjavík, capital de Islandia, evaluó una población local para el inicio de la base de datos del estudio, y muchos biobancos genéticos nacionales representaban a las personas blancas en cantidades abrumadoras.

"En Estados Unidos, nadie estudiaba a personas que no fueran blancas", declaró Burchard al medio de prensa Stat.

Con la intención de cambiar el sesgo de la preponderancia blanca, Burchard ayudó a iniciar el estudio Genética del Asma en Latinoamericanos (Genetics of Asthma in Latino Americans) en el Brigham and Women's Hospital de Boston, investigación que posteriormente trasladó a la UCSF. Relacionándolos con el estudio, fomentó la apertura de centros de investigación en Puerto Rico, Ciudad de México y en barrios hispanos de la ciudad de San Francisco.

Con el paso de los años, asoció el aumento de la ascendencia africana de algunos grupos hispanos con las tasas más altas de susceptibilidad y gravedad del asma. 
Utilizó la secuenciación del genoma completo para explicar en un artículo de 2018 16 por qué los inhaladores de albuterol -el medicamento prepoderante para tratar el asma- funciona con limitaciones en niños puertorriqueños y negros. 

Burchard sostiene que el aprovechamiento de los datos de ascendencia y secuenciación genética revolucionaría el tratamiento médico, tal como aconteció con el cáncer.

La investigación que impulsó Burchard encontró que los revisores de los NIH y las revistas disponían de menos probabilidades de financiarla y publicarlas, respectivamente. Desde su punto de vista, la genética de las poblaciones hispanas es considerada demasiado compleja y confusa de estudiar debido a la mezcla de ascendencias indígena, negra y europea. Es decir, la vasta combinación racial de los no blancos fue el argumento central para justificar la supuesta imposibilidad de investigar la genética que los constituye. 

Burchard lo concibe al contrario: la rica mezcla genética es una oportunidad para desentrañar los fundamentos sociales, ambientales y genéticos que diversifican los resultados de salud y proporcionan hallazgos paradójicos entre los grupos hispanos. 

Desde su punto de vista, para entender la paradoja y los problemas de salud que enfrenta la amplia comunidad hispana, es fundamental diversificar no sólo a las personas que se estudian, sino también a las personas que estudian.


Aclaración de SIIC

El presente informe difunde información aportada por el artículo de Usha Lee McFarling The ‘Hispanic Paradox’ intrigues a new generation of researchers determined to unravel it, editado por el sitio Stat, el 14 de septiembre de 2023.

Referencias bibliográficas:
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The health of Hispanics in the southwestern United States: an epidemiologic paradox
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Unraveling the Hispanic Health Paradox
José Fernandez, Mónica García-Pérez, Sandra Orozco-Aleman
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Kenneth Dominguez, Ana Penman-Aguilar, Man-Huei Chang, Ramal Moonesinghe, Ted Castellanos, Alfonso Rodriguez-Lainz, Richard Schieber
May 8, 2015 / 64(17);469-478
https://www.cdc.gov/mmwr/preview/mmwrhtml/mm6417a5.htm

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Karl Eschbach, Glenn V. Ostir, Kushang V. Patel, Kyriakos S. Markides, James S. Goodwin
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9- American Psychologist
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Adverse birth outcomes in New York City women: Revisiting the Hispanic Paradox
Luisa N Borrell, Francisco Bolúmar, Elena Rodriguez-Alvarez, Christina I Nieves
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16- American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine 
Whole-Genome Sequencing of Pharmacogenetic Drug Response in Racially Diverse Children with Asthma 
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Volume 197, Issue 12
https://doi.org/10.1164/rccm.201712-2529OC