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Los “determinantes comerciales” que provocan pandemias como la obesidad y otras enfermedades no transmisibles
The South African Medical Research Council; Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 5 Septiembre 2023

La falta relativa de regulaciones que prohíban estrategias comerciales perniciosas para la salud, o la incapacidad para hacer cumplir las existentes, permitió que la industria agroalimentaria multinacional penetre rápidamente en buena parte de los países en desarrollo con el fin de vender productos peligrosos, pero rentables para sus intereses.

La XV Cumbre del grupo de países BRICS celebrada del 22 al 24 de agosto en Johannesburgo, Sudáfrica, despertó expectativas para abordar conjuntamente cuestiones urgentes de la salud pública, entre las que destaca la obesidad, enfermedad no trasmisible que afecta a las poblaciones de los países BRICS (y a la casi totalidad de la mundial con bajos y medianos ingresos) por la pérdida de millones de vidas y miles de millones de dólares al año.

The South African Medical Research Council: Africanizing health research |  Nature MedicineInstalaciones de The South African Medical Research Council en Ciudad del Cabo, Sudáfrica

El Consejo Sudafricano de Investigaciones Médicas (The South African Medical Research Council) presentó el  informe BRICS summit creates a global opportunity for public health referido a las instancias propicias actuales para que el grupo BRICS, representativo del 40% de la población mundial, enfrente con determinación el crecimiento alarmante de enfermedades vinculadas a la obesidad, como la diabetes, la hipertensión y el cáncer. 

Los alimentos basura
El consumo de bebidas azucaradas y alimentos procesados ricos en azúcar, sal y grasas saturadas representa un factor clave de estas pandemias ocasionadas por las enfermedades no transmisibles y que en la actualidad se transformó en la causa número uno de muerte y discapacidad en todo el mundo.

Solo en Sudáfrica, la diabetes afecta al 12% de la población adulta y se duplica cada década. Esto supone un costo anual de 33 mil millones de rand [1.800 millones de dólares] al tesoro público, correspondiente solo al 40% de las personas diagnosticadas y tratadas.

Todo esto ocurre simultáneamente con las reformas en el sector de la salud para lograr la cobertura sanitaria universal, especialmente en países como la India, Brasil y Sudáfrica.
Sin embargo, aunque los miembros de BRICS implementen algunas políticas específicas relacionadas con la alimentación  en general -impuestos sobre las bebidas azucaradas en India y Sudáfrica, y objetivos de reducción de sodio obligatorios en Brasil y Sudáfrica-, carecen todavía de políticas suficientes para proteger a su población y patrimonio público de los efectos provocados por las enfermedades que ocasionan la dieta insalubre.

Los “determinantes comerciales de la salud”
Las causas de esta carencia son variadas e incluyen factores como la pobreza y el racismo estructural. No obstante, las políticas económicas, las agendas de desarrollo y las normas sociales en estos países respaldan lo que se conoce como “determinantes comerciales de la salud”, es decir, actividades del sector privado que impactan de manera directa o indirecta en la salud de las personas.

En el epicentro de estos determinantes se encuentran las multinacionales agroalimentarias, que controlan y configuran sistemas que promueven y perpetúan problemas de salud a través de productos ultra procesados, económicos y altamente rentables. 

Las actividades de estas empresas son ejemplos prototípicos de los determinantes comerciales de la salud. Las empresas de alimentos y bebidas siguen estrategias que afectan negativamente la salud, como la promoción implacable de alimentos ricos en grasas, azúcar, sal y aditivos, cuya ingesta fomentan desde la infancia, el período más susceptible a la influencia del marketing.

Dado que las ventas de alimentos ultra procesados y bebidas azucaradas llegaron a la saturación en los países y entornos de altos ingresos, la industria agroalimentaria multinacional centró su atención en los mercados emergentes, entre los que se incluyen las naciones del grupo BRICS. 

La falta relativa de leyes y regulaciones que prohíban estas estrategias de marketing, o la incapacidad para hacer cumplir las existentes, permitió que la industria penetre rápidamente en algunos de estos países en desarrollo con el fin de vender productos alimenticios altamente lucrativos pero peligrosos para la salud. 

La mayoría de las multinacionales consideran que todo el continente africano representa un mercado en crecimiento, facilitado por una regulación débil y una publicidad económica que promueve objetivos poco saludables.

La regulación es fundamental
Para remarcar la necesidad de hacerle frente a lo que denomina "nueva forma de colonización" personificada en la gran industria alimentaria, el informe recurre al ejemplo del impuesto sobre el azúcar implementado en Sudáfrica en 2018. La medida fiscal demostró haber frenado la venta de bebidas azucaradas entre los grupos de bajos ingresos afectados de manera particular por la obesidad, la diabetes y otras enfermedades asociadas. 

A pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que proponen fijar un mayor nivel impositivo (20% en lugar del 11% inicial y actual), las autoridades sudafricanas evitaron aumentar el impuesto sobre las bebidas azucaradas durante los últimos cinco años (ahora de aproximadamente el 8% en términos reales). Según el informe, la causa del estancamiento se debió a los argumentos de pérdida de empleos en su industria esgrimidos por la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Sudáfrica.

Aunque los gobiernos de los BRICS asumieron compromisos para combatir las enfermedades no transmisibles mediante planes estratégicos nacionales específicos, aún no manifestaron una disposición a abordar los “determinantes comerciales” que contribuyen a la proliferación de estas pandemias de enfermedades no transmisibles. 

Oportunidades y experiencias
Los autores consideran que se presenta una oportunidad valiosa para que los ministerios de salud, comercio y finanzas de los países del grupo BRICS trabajen en conjunto para establecer modelos y plataformas innovadoras destinadas a abordar las enfermedades relacionadas con la obesidad, al tiempo que legislen y regulen las actividades de las multinacionales de alimentos y bebidas. Recomiendan que el enfoque incluya la regulación de la comercialización penetrante y despiadada llevada a cabo por parte de estas empresas, con acento particular en la publicidad dirigida a los niños por ocupar un papel central en las estrategias de expansión de las multinacionales.

Al finalizar, aclaran que al no existir una solución única, la prevención y la promoción de la salud son elementos fundamentales a implementar en conjunto con políticas sinérgicas que garanticen su efectividad.

Pese a que Chile, aún no forma parte de los países BRICS, lideró el camino desde el 2016 al adoptar decisiones que superan las políticas alimentarias unilaterales de muchos países. 
La legislación chilena sobre etiquetado y publicidad de alimentos se basa en un enfoque triple: exige etiquetas de advertencia en blanco y negro en los productos con alto contenido en calorías y “nutrientes problemáticos” (como azúcar, sal o grasas saturadas); prohíbe la publicidad de estos productos en televisión, medios digitales y cines dirigida a niños; y prohíbe a las empresas de alimentos y bebidas utilizar publicidad orientada a este grupo demográfico. 
En 2021, la revista The Lancet, informó sobre una marcada disminución en las compras de estos alimentos por parte de la población chilena como resultado de las medidas implementadas.

El informe hace hincapié en la necesidad que Sudáfrica -al borde de aprobar una prometedora legislación sobre etiquetado de alimentos- y el resto de los BRICS, lideren a los países en desarrollo con políticas igualmente integrales y fortalecidas, con el objetivo de transformar los imperativos y prácticas de “crecimiento” en los sistemas alimentarios hacia prioridades centradas en la salud humana y el bienestar del planeta, así como en el desarrollo sostenible. "El costo de la inacción ya es demasiado alto", concluyen los autores.