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Analizan la relación entre las sequías y las diarreas infantiles en áreas con afectación del medio ambiente
Nature Communications; New Haven, EE.UU., 4 Julio 2022

La exposición a la sequía prolongada incidiría en el aumento de la diarrea de los niños que habitan países de ingresos medios y bajos (PIMB). La asociación se modificaría según el área climática, los tiempos insumiedos en la recolección de agua y la disponibilidad de jabón para el lavado de manos.

El artículo de Pin Wang y colegas, publicado el 30 de junio en la revista Nature Communications*, se propone cuantificar la relación entre la ocurrencia de sequías y el riesgo de diarrea entre los niños menores de 5 años en los PIMB e investigar si ocurrió en áreas con prácticas de agua, saneamiento e higiene (PASH) deficientes y qué otras posibles variables podían incidir en la asociación.

El medio ambiente afectado
Los autores consideran que el cambio climático afecta a los seres humanos desde la infancia hasta la vejez y se prevé que intensifique profundamente la variabilidad hidrológica y aumente la intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, incluidas inundaciones y sequías, lo que amplificaría la amenaza para la salud pública de las enfermedades entéricas transmitidas por el agua.

Las enfermedades diarreicas son una amenaza inequívoca para la salud de los niños. Un análisis sistemático en 195 países para el Global Burden of Disease Study en 2016 calculó que la diarrea fue la quinta causa principal de muerte entre los niños menores de cinco años, causando en el mundo 446 mil decesos.
De estos, la mayor carga (90 %) ocurrió en áreas con PASH deficientes, como el África subsahariana y el sur de Asia.
Además de causar mortalidad, la diarrea infantil también arrojaría efectos adversos duraderos, como deterioro del crecimiento y del desarrollo cognitivo y una mayor susceptibilidad a enfermedades crónicas.
La Organización Mundial de la Salud estimó que en 2050, el cambio climático podría ser responsable de aproximadamente 32.954 muertes adicionales por diarrea en todo el mundo entre niños de 0 a 15 años.

Para los investigadores es fundamental comprender la relación entre el clima y las enfermedades diarreicas porque incluso un pequeño aumento en el riesgo de diarrea representa una carga de enfermedad considerable, especialmente en PIMB.

Así como se han observado asociaciones positivas entre la temperatura ambiente y la diarrea por cualquier causa o bacteriana, también son conocidas las negativas entre la temperatura ambiente y la diarrea viral, en particular la gastroenteritis asociada a rotavirus.

Dado que la sequía podría elevar el riesgo de diarrea al concentrar los patógenos en las fuentes de agua, es razonable esperar que un menor volumen de lluvia se asocie con un mayor riesgo de diarrea. Además, es sabido que las precipitaciones extremas y las inundaciones consiguientes que esparcen aguas residuales y desechos animales, están asociadas con un incremento del riesgo de diarrea.
Al ser compleja la relación entre la lluvia y el riesgo de diarrea no sorprende a los autores que los estudios se hayan enfrentado a resultados contradictorios, con varios que encuentran un mayor riesgo de diarrea asociado a diferentes niveles y volúmenes de lluvia, sean más altos o más bajos.

Aunque la Organización Meteorológica Mundial proporcionó una definición simple de sequía como “ausencia prolongada o deficiencia marcada de precipitación” en 1992, se han realizado avances recientes en cuanto a la importancia de integrar la demanda y el suministro de agua en la definición.

La demanda, que está determinada por la evapotranspiración, es más difícil de medir que la oferta. Aparte de la falta de consenso sobre la definición, la evidencia epidemiológica particularmente escasa dificulta aún más la comprensión de la relación entre medidas más complejas de sequía y enfermedades diarreicas.
En lugar de las precipitaciones, la aridez, calculada como la relación entre la temperatura mínima diaria y la humedad específica, se empleó en un análisis espacio-temporal reciente en Afganistán que informó una asociación positiva entre la aridez y la incidencia de diarrea.

Hasta la fecha, afirman los autores, "este es el único estudio que evalúa la relación entre una medida más compleja de sequía y riesgo de diarrea".

Como era de esperar, se encontró que las PASH efectivas están asociadas con un menor riesgo de enfermedades diarreicas.
El clima cambiante, especialmente el aumento de la sequía, podría amenazar el acceso y la aceptación de PASH eficaz, lo que daría lugar a un mayor riesgo de diarrea. Además, la escasez de agua limpia durante la sequía puede resultar en una reducción en la disponibilidad para la higiene personal y el saneamiento, ya que se debe priorizar la necesaria para beber, situación que acarrea una mayor exposición a patógenos entéricos.

Por lo tanto, las prácticas de PASH podrían desempeñar un papel de interacción y mediación en la relación entre la sequía y la incidencia de diarrea.

A pesar de alguna evidencia sobre la asociación de la escasez de precipitaciones con una mayor incidencia de diarrea, el conocimiento actual sobre la asociación de la sequía con enfermedades diarreicas es escaso. 

Resumen descriptivo del estudio 
El artículo informa los detalles de 141 encuestas realizadas en 51 países:
02 encuestas se llevaron a cabo en 34 países del África subsahariana, 24 en 9 países del sur y sudeste de Asia y 15 en 8 países de América Latina y el Caribe.
Las encuestas se efectuaron durante 1990–1999, 2000–2009 y 2010–2019, respectivamente y comprendieron un total de 1.379.566 niños menores de cinco años.



Figura 1
Tasa de incidencia de diarrea entre niños menores de cinco años en 51 países (1990–2019).

El riesgo elevado de enfermedades diarreicas por efecto de la sequía es independiente de la fuente de agua, incluidos los pozos domésticos, tanques y el agua corriente o del grifo. Además, las aguas residuales municipales tratadas pueden utilizarse para el riego de cultivos durante los períodos de escasez de agua, lo que aumenta el riesgo de diarrea por contaminación de los alimentos.
Finalmente, la infraestructura física local crónicamente deteriorada para el almacenamiento y el tratamiento del agua disponible para los hogares económicamente desfavorecidos en los PIMB, así como la capacidad financiera insuficiente para la adaptación durante las sequías, plantean desafíos de salud pública para las enfermedades diarreicas infecciosas.

Los autores consideran que las PASH solo pueden evitar parcialmente los impactos de la sequía inducida por el cambio climático. Sin embargo, el método tradicional que usaron para el análisis de la mediación es propenso al sesgo con la presencia de interacción entre la exposición (es decir, la sequía) y el mediador (es decir, las prácticas de PASH).
Los métodos desarrollados recientemente que emplean un marco contrafáctico no se adaptan a múltiples mediadores o son incapaces de tener en cuenta interacciones de alta dimensión. Al tener en cuenta el objetivo del estudio respecto a la exploración de la naturaleza mediadora de PASH, los autores adoptaron el método tradicional, reconociendo la limitación fundamental en la interpretación de los resultados del análisis de mediación.

Asociación con el cambio climático
La fuerte asociación entre la sequía prolongada y el riesgo de diarrea en climas secos plantea preocupaciones particulares en entornos que sufren escasez de agua.

En las regiones que por el cambio climático se aguardan aumentos de la humedad o sequedad (por mayores o menores precipitaciones, respectivamente) es probable que se verifiquen sequías más prolongadas donde predomina el clima seco, con el consiguiente aumento del riesgo de diarrea en niños menores de cinco años.
Por otra parte, el cambio climático puede conducir a una mayor frecuencia, duración e intensidad de sequías en regiones tropicales y templadas, lo que también incrementaría el riesgo en ese grupo etario de niños que habitan esas zonas climáticas.



* Nature Communications
Associations between long-term drought and diarrhea among children under five in low- and middle-income countries
Pin Wang, Ernest Asare, Virginia E. Pitzer, Robert Dubrow & Kai Chen
30 de junio, 2022
https://www.nature.com/articles/s41467-022-31291-7#MOESM2