Red Científica Iberoamericana

VALORACIÓN DEL ESTADO NUTRICIONAL DE ESCOLARES EN ECUADOR

Cecilia Maribel Díaz Olmedo1,Inés Bajaña Mendieta2,Shirley Betancourt Zambrano3,Maricela Díaz Soledispa4 y Carmen Verdezoto Michuy5
1Médica, Carrera de Enfermería, Universidad Técnica Estatal de Quevedo, Quevedo, Ecuador
2, Carrera de Enfermería, Universidad Técnica Estatal de Quevedo, Quevedo, Ecuador
3, Carrera de Enfermería, Universidad Técnica Estatal de Quevedo, Quevedo, Ecuador
4, Carrera de Enfermería, Universidad Técnica Estatal de Quevedo, Quevedo, Ecuador
5, Carrera de Enfermería, Universidad Técnica Estatal de Quevedo, Quevedo, Ecuador

Quevedo, Ecuador (SIIC)

Una buena nutrición es fundamental para la salud humana y para lograr el desarrollo sostenible. Este estudio aporta información sobre la evaluación del estado nutricional de los alumnos de la Escuela Municipal 17 de Marzo en Quevedo, Ecuador.

Una buena nutrición es fundamental para la salud humana y para lograr el desarrollo sostenible. Los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) consagran como principales prioridades mundiales los objetivos duales de poner fin a la malnutrición en todas sus formas y garantizar a todas las personas el acceso a alimentos nutritivos, para el año 2030.1 Estos objetivos refuerzan el derecho a tener alimentación, nutrición y salud adecuadas, y aprovechan el impulso creciente que existe para acabar con el hambre y la malnutrición. Para el período 2016-2025, el Decenio de las Naciones Unidas de Acción sobre la Nutrición busca acelerar la acción para lograr estos objetivos.1

Ecuador, al igual que otros países latinoamericanos de la región, atraviesa por una transición epidemiológica y nutricional, que se manifiesta, entre otros aspectos, por la coexistencia de problemas nutricionales por déficit y exceso. Este fenómeno se conoce como la doble carga de malnutrición, y puede presentarse a nivel poblacional, familiar o individual, a lo largo del ciclo de vida de las personas, entre generaciones e incluso en una misma persona, en la que coexisten el sobrepeso con baja talla y déficit de micronutrientes.2 La malnutrición incluye la desnutrición, los indicadores de bajo peso al nacer, la insuficiencia de peso, el retraso de talla, la baja relación peso/talla y el déficit de micronutrientes (hierro, cinc, vitamina A), además, del sobrepeso y la obesidad.2

Durante las últimas décadas, en la mayoría de los países se ha logrado reducir la desnutrición aguda y crónica; sin embargo, por el contexto regional cambiante, la alta movilidad geográfica, la urbanización y transición, todo ello sumado al déficit de micronutrientes, se presenta un aumento progresivo de las tasas de sobrepeso y obesidad con la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), lo que torna aún más complejo el panorama nutricional.3,4

Las transformaciones demográficas, epidemiológicas y nutricionales son tres procesos de transición complementarios que, en el ámbito nutricional, han dado lugar a lo que se ha denominado la doble carga de malnutrición. Esta representa una pérdida del producto interno bruto (PIB) del 4.3% en el país.3

Las complicaciones de la desnutrición crónica en la infancia acarrean consecuencias en la salud para toda la vida, lo que incluye mayor riesgo de sobrepeso y obesidad en la adultez y reducción del potencial de productividad en la edad adulta. Aunado a este problema, la carga humana y financiera producto del sobrepeso y la obesidad es significativa, y va en aumento debido principalmente a los costos derivados del tratamiento de ECNT, como la diabetes tipo 2 y la hipertensión arterial.3,4

Con respecto a esta triple transición a nivel demográfico, Ecuador se encuentra en la tercera etapa o “de plena transición”, caracterizada por un incremento de la disminución de la tasa de natalidad, que lleva a una reducción consecuente del crecimiento poblacional. La transición epidemiológica se caracteriza por la tendencia al envejecimiento progresivo de la población, una creciente urbanización y el aumento de los factores de riesgo de las ECNT; a su vez, las prevalencias de las ECNT coexisten con las de los accidentes.3,4

La transición nutricional de la población se caracteriza por presentar una prevalencia elevada de desnutrición, así como de sobrepeso y obesidad. Esta triple transición está determinada por la interacción de diversos factores, tales como cambios económicos, demográficos, medioambientales, culturales y de actividad física de la población. Esto genera un mayor desafío a las políticas públicas de seguridad alimentaria y nutricional, ya que se debe continuar con los programas para erradicar la desnutrición infantil y también enfrentar una creciente prevalencia de sobrepeso y obesidad, junto con las enfermedades crónico-degenerativas que acarrea.3,4

Sumado a estos factores, la pandemia de COVID-19 trajo como consecuencia un aumento del nivel de pobreza, que llegó al 32.4% en diciembre de 2020, y de pobreza extrema, que alcanzó cifras del 14%, niveles mucho más altos en comparación con diciembre de 2019, de acuerdo con los datos de la encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo.4 Por ello, es importante implementar servicios públicos y privados que garanticen la atención y el cuidado integral para los grupos vulnerables. El cuidado infantil integral constituye un pilar fundamental en el desarrollo de estos objetivos, mediante educación en hábitos de alimentación adecuados, agua potable segura y desarrollo de programas de control y prevención de enfermedades.4

De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018, la prevalencia de desnutrición crónica en menores de 5 años corresponde al 23%, y en menores de 2 años de edad, al 27.2%. Con respecto al sobrepeso y la obesidad, la prevalencia es del 35.4% a nivel nacional, correspondiendo 36.9% al área urbana y 32.6% al área rural.5 Ecuador es el segundo país de la región con mayor prevalencia de desnutrición crónica infantil; las provincias más afectadas están en la Sierra y Amazonía, en especial en las zonas indígena y rural.6,7

Las provincias de la Sierra Centro presentan las cifras más altas de desnutrición infantil en menores de 2 años, superando el promedio nacional, que es del 27%. Tungurahua tiene la cifra más alta, del 41.3%, seguida por Chimborazo con el 39.3% y Cotopaxi con el 34.8%. En la Amazonía, en cinco de las seis provincias el porcentaje es mayor del 30%, llegando hasta el 34% en la provincia de Pastaza. En las provincias de la Costa, Santa Elena es la que tiene el más alto índice de desnutrición infantil, con el 39.31% de prevalencia de desnutrición crónica en menores de dos años.6,7
El presente es un estudio transversal, de tipo observacional y descriptivo, que se llevó a cabo en el total de los alumnos pertenecientes a la Escuela Fiscal Municipal 17 de Marzo (Guayacán, del cantón Quevedo, provincia de Los Ríos), previo consentimiento de las autoridades de la institución educativa para realizar las mediciones corporales y la valoración del estado nutricional.

Las mediciones antropométricas se efectuaron a los alumnos de primero a séptimo nivel educativo, mediante la determinación de peso y talla, utilizando una balanza con tallímetro SECA; se calculó el índice de masa corporal (IMC) mediante la fórmula peso/talla2. Para determinar el estado nutricional se utilizó la división por percentiles del IMC de la OMS para niños y niñas de 5 a 19 años de edad, considerando los siguientes valores de corte: desnutrición (percentil 3), bajo peso (percentil 15), normopeso (percentil 50), sobrepeso (percentil 85) y obesidad (percentil 97).
Se evaluaron en total 139 alumnos, 72 de los cuales corresponden al sexo masculino (52%) y 67 al sexo femenino (48%); la distribución por sexo se muestra en la Tabla 1 y la Figura 1. La clasificación de acuerdo con el estado nutricional se observa en la Tabla 2 y la Figura 2.







En un estudio realizado en 2022, en el que se determinó el estado nutricional de 394 niños, niñas y adolescentes de diversos sectores del área urbana del cantón Quevedo; de los 206 correspondientes al sexo masculino (52%), el 56.7% tenía peso normal; el 3.8%, desnutrición; el 6.3%, peso bajo; el 9.7%, sobrepeso, y el 23.3%, obesidad. De los 188 correspondientes al sexo femenino (48%), el 55.3% tenía peso normal; el 5.8%, desnutrición; el 10%, peso bajo; el 11%, sobrepeso, y el 17.5%, obesidad. Con respecto a la frecuencia de consumo de alimentos, se observó un consumo elevado de leche entera, grasas, mantequilla y margarina, snacks salados y dulces, bebidas y jugos con azúcar.8

En otros estudios realizados en Ecuador, podemos citar el llevado a cabo en una escuela privada de la ciudad de Riobamba, en el que se investigó el estado nutricional, las preferencias alimentarias y la actividad física de 274 escolares de 9 a 17 años de edad, se demostró que el 4.7% presentaba retraso en la talla, y el 36.8% tenía exceso de peso. Los alimentos con mayor aceptación fueron frutas, pizza, pastas y pollo. Los alimentos con mayor rechazo fueron las verduras, los pescados y los mariscos; asimismo, se constató que la actividad física era muy baja, por lo que sus autores concluyeron que la prevalencia de sobrepeso y obesidad era alta, asociada con actividad física escasa y preferencias alimentarias no adecuadas.9

Ríos-Ponce y colaboradores, en un estudio realizado para determinar las características y percepción de los hogares con obesidad infantil en Ecuador, identificaron la percepción o el comportamiento con respecto a herramientas de marketing, tales como publicidad, promociones y merchandising, en la obesidad infantil. La investigación, de carácter exploratorio-descriptivo, transversal y cuantitativo, identificó una correlación estadística entre las diferentes estrategias de marketing y la obesidad infantil, pues el 75% de los padres encuestados respondieron que las tácticas de promoción influyen en sus decisiones de compra.10

La obesidad y el sobrepeso infantil se ven condicionados igualmente por factores externos, como la publicidad en los medios, así como en los puntos de venta, que influyen en el comportamiento de compra de los hogares y promueven así hábitos poco saludables para la población infantil. Se puso de manifiesto que la obesidad se incrementa en los niveles socioeconómicos más bajos, y que la actividad física es reemplazada por actividades de entretenimiento en medios electrónicos; el 84% de los niños le dedica entre 1 hora por día a 5 horas por día, y se destaca que el ejemplo de los padres o cuidadores es determinante en la problemática.10

En una revisión sistemática realizada por Padilla-Vinueza y colegas, tomando como fuente de datos la literatura científica en el período de 5 años, se determinó que la obesidad infantil es un problema global, y que los factores que influyen en su aparición son la actividad física escasa, el estrés, el sedentarismo, los hábitos alimentarios poco saludables, los problemas de autoestima, los efectos de la pandemia de COVID-19 y sus alteraciones a nivel familiar. Se concluye que con una intervención en edades tempranas y con un trabajo a nivel del entorno familiar, tanto psicológico como social, las consecuencias en la edad adulta podrían disminuir. Las condiciones agravantes que se pueden presentar debido a la obesidad son las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes mellitus, la dislipidemia, las hepatopatías, el compromiso renal, el cáncer, las artropatías y los problemas mentales, que disminuyen la esperanza de vida.11 Se recomienda aplicar intervenciones en edades tempranas y con un trabajo a nivel del entorno familiar, tanto psicológico como social, que generen cambios sistémicos comunitarios, de manera que las complicaciones asociadas puedan disminuir en la edad adulta.11

Los estudios efectuados en diversas regiones del país permiten corroborar que coexisten tanto la malnutrición por déficit como por exceso, incluso en un mismo individuo, lo que acarrea mayor carga de problemas de salud y sus repercusiones a largo plazo. En cada uno de los países se han realizado intervenciones o creado estrategias para la reducción de la obesidad infantil; en Ecuador se implementó el “semáforo nutricional”, el cual señala el contenido de azúcar, sodio y grasa en todos los productos alimentarios.11

Otra de las estrategias es la lonchera saludable, que provee el gobierno en las unidades educativas; sin embargo, pese a las medidas adoptadas no se obtienen resultados favorables en la disminución de los índices de malnutrición. Por ello, se recomienda enfatizar la educación nutricional en etapas tempranas de la niñez, que permita adquirir conocimientos mediante estrategias educativas y junto al ambiente, sobre todo la educación a los padres de familia. Esto podría ayudar al niño a adoptar elecciones y conductas nutricionales y alimentarias que lo llevarán a mantener un buen estado de salud, así como a prevenir las enfermedades por malnutrición.11

Las intervenciones educativas que están encaminadas a fomentar hábitos de vida saludables, prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida se consideran un pilar fundamental para la atención primaria de salud. La aplicación de estrategias de comunicación y participación en centros educativos promueve el incremento de la actividad física y la mejora de los hábitos dietarios de los participantes. Estas intervenciones pueden generar cambios en el ambiente en el que los niños se desarrollan, mediante la mayor disponibilidad de alimentos con calidad nutricional, la promoción de la actividad física, las actividades extracurriculares y la aceptabilidad de hábitos saludables.12

En Ecuador, de acuerdo con las metas establecidas en el plan de gobierno actual, con el Plan de Creación de Oportunidades 2021-2025, se incorpora una visión a largo plazo proyectada al año 2030, donde deben verse reflejadas a corto y mediano plazo las acciones tomadas para fomentar la nutrición saludable, disminuir el sedentarismo mediante la actividad física y el deporte, y reducir las ECNT como consecuencia del sobrepeso y la obesidad. Debe ser prioritaria la atención en la primera infancia mediante programas que promuevan y fortalezcan el desarrollo infantil, la educación encaminada a cambios en el estilo de vida y las políticas tendientes a disminuir todos los tipos de malnutrición.13

La Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Técnica Estatal de Quevedo, propone como proyecto de Vinculación de la Carrera de Licenciatura en Enfermería, la aplicación del Proyecto de Intervención Educativa para prevenir la malnutrición infantil, cuya etapa inicial se llevará a cabo en las Escuelas Municipales del cantón Quevedo, con la aplicación de estas intervenciones, utilizando estrategias pedagógicas que permitan a los niños integrar, fomentar y desarrollar estilos de vida saludable y mejorar sus hábitos de alimentación. La etapa escolar es aquella en la que se forma la personalidad del niño, por lo que es una etapa que debe ser optimizada para fortalecer el aprendizaje de conductas adecuadas que beneficien su salud.14

Conclusiones

Este estudio aporta información sobre la evaluación del estado nutricional de los alumnos de la Escuela Municipal 17 de Marzo, observándose que tanto la malnutrición por déficit como por exceso alcanzan cifras importantes, por lo que es necesario implementar estrategias y programas de educación temprana en la etapa escolar, tanto para padres, alumnos y docentes, que permitan disminuir este problema y las complicaciones asociadas con ambos tipos de malnutrición. La Escuela Municipal 17 de Marzo fue elegida como institución piloto para aplicar un Proyecto de Intervención Educativa para prevenir la malnutrición infantil, propuesto por la Carrera de Licenciatura de Enfermería de la Universidad Técnica Estatal de Quevedo, mediante actividades que propicien la adquisición de estilos de vida saludables, en el que participan los alumnos de octavo semestre, con el apoyo de padres de familia y docentes de las escuelas.



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