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ANALIZAN LOS FACTORES ASOCIADOS CON TRASTORNOS ALIMENTARIOS EN LA ADOLESCENCIA
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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Autor:
Alfredo Goñi Grandmontagne
Columnista Experto de SIIC

Institución:
Facultad de Psicología, Universidad del País Vasco

Artículos publicados por Alfredo Goñi Grandmontagne 
Coautor Arantzazu Rodríguez Fernández* 
Licenciada en Psicología, Facultad de Psicología, Universidad del País Vasco, Donostia-San Sebastián, España*


Recepción del artículo: 17 de marzo, 2006
Aprobación: 30 de marzo, 2006
Conclusión breve
Las puntuaciones en el Eating Disorders Inventory difieren en función de la pertenencia al grupo de adolescentes con autoconcepto físico bajo, medio o alto, de la práctica deportiva, de la edad (12-14 versus 15-18 años) y del índice de masa corporal.

Resumen

En este trabajo se presentan nuevos datos sobre la asociación de los trastornos de la conducta alimentaria en la adolescencia con el autoconcepto físico; se analiza, asimismo, hasta qué punto la variable sexo interactúa con las de edad, práctica deportiva e índice de masa corporal con respecto al riesgo de padecer trastornos de la alimentación. Participaron en el estudio 740 adolescentes (366 hombres y 374 mujeres), de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, que respondieron al Eating Disorders Inventory (EDI), al Cuestionario de Autoconcepto Físico (CAF), así como a una batería de preguntas acerca de sus hábitos deportivos, su peso y su altura. Resultan muy significativas las diferencias de puntuación en el EDI en función de la pertenencia al grupo de adolescentes con autoconcepto físico bajo, medio o alto. De otro lado, la población femenina adolescente muestra, en general, mayor riesgo que la masculina de padecer trastornos alimentarios; ahora bien, esta afirmación general exige notables precisiones cuando se toma en consideración la edad (12-14 vs. 15-18 años), la actividad física (esporádica o habitual) y el índice de masa corporal (bajo peso, peso normal, sobrepeso).

Palabras clave
trastornos de conducta alimentaria, autoconcepto físico, índice de masa corporal, práctica deportiva, adolescencia

Clasificación en siicsalud
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página www.siicsalud.com/des/expertos.php/80395

Especialidades
Principal: Salud Mental
Relacionadas: Atención PrimariaEndocrinología y MetabolismoMedicina FamiliarMedicina InternaNutriciónPediatríaSalud Pública

Enviar correspondencia a:
Alfredo Goñi Grandmontagne, Facultad de Psicología, Universidad del País Vasco, 01007, Vitoria-Gasteiz, España


FACTORS ASSOCIATED WITH EATING DISORDERS IN ADOLESCENCE

Abstract
New data are presented on the relationship between eating disorders in adolescence and physical self-concept. The degree to which age, engagement in sports activities, and body mass index present a risk in the development of eating disorders is analyzed. The study population was comprised of 740 adolescents (366 males and 374 females) between the ages of 12 and 18 years. Study subjects answered questions on the Eating Disorders Inventory (EDI); the Physical Self-Concept Inventory (PSCI); and questions about sports activity habits, weight and height. Very significant differences are noted on EDI scores between groups of adolescents with low, medium, or high esteem concerning physical self-concept. Female adolescents, in general, are at higher risk of developing eating disorders than their male adolescent counterparts. This general finding is notable when considering age (12-14 years of age versus 15-18 years of age), physical activity (sporadic or habitual) and body mass index (low weight, normal weight, overweight).


Key words
eating disorders, physical self-concept, body mass index, sports activity, adolescence


ANALIZAN LOS FACTORES ASOCIADOS CON TRASTORNOS ALIMENTARIOS EN LA ADOLESCENCIA

(especial para SIIC © Derechos reservados)
Artículo completo
La atención al aspecto físico, a la imagen corporal, ha experimentado un considerable incremento durante los últimos 30 años, especialmente en los países económicamente desarrollados; con frecuencia resulta excesiva, en cuyo caso puede ir acompañada de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Estos trastornos surgen en contextos socioculturales donde se identifica la delgadez con el éxito social, la aceptación social con el ajuste a determinados cánones de belleza arbitrariamente fijados y el prototipo corporal con el autocontrol.1 La presión social del modelo estético corporal se ejerce especialmente sobre la mujer2 y durante la adolescencia,3 momento en el que han de asumirse importantes cambios corporales contrarios al ideal de delgadez, tales como el ensanchamiento de caderas, muslos y nalgas.

Entre los TCA figura la anorexia nerviosa, caracterizada por el rechazo a mantener el peso corporal en el valor mínimo normal para una determinada edad y talla, por un miedo intenso a engordar y por una alteración significativa de la percepción del tamaño o forma del cuerpo, lo que lleva a disminuir progresivamente la cantidad de alimentos ingeridos, por lo que puede llegarse a la restricción casi total de comida. Figura también la bulimia nerviosa, que conlleva episodios cíclicos y recurrentes de atracones de alimentos, también son muy típicas de esta enfermedad las conductas compensatorias para no ganar peso: los purgantes (laxantes, diuréticos, enemas), el vómito, el ayuno o el ejercicio excesivo. Se producen, por otro lado, TCA no especificados, en cuanto a que no cumplen los criterios ni de anorexia ni de bulimia.4

Encierra enorme interés, tanto teórico como social, conocer las causas de estos trastornos y, en particular, de la vulnerabilidad ante la presión social a favor del prototipo de belleza corporal dominante; sin embargo, suele manejarse al respecto un número mayor de hipótesis que de afirmaciones empíricamente verificadas.5 Asimismo, se reclama adoptar una perspectiva multidisciplinaria que incluya el conjunto de factores de diversa índole que inciden de forma interactiva en los TCA,6 pero no abundan los estudios de este tipo. El listado de factores psicológicos relacionados con los trastornos alimentarios es muy amplio: la insatisfacción corporal, el deseo de alcanzar la imagen física idealizada, las emociones negativas de carácter depresivo y ansioso, la carencia de habilidades sociales asertivas y de resolución de problemas o su mal uso, la falta de hábitos de alimentación, el descontrol del peso o pensamientos no adecuados sobre nutrición, peso y apariencia física;7 pero se echa en falta el análisis conjunto de diversos factores.

Este trabajo pretende contribuir a paliar, al menos en parte, alguna de estas carencias y, más en particular, se propone aportar matices a la información ya conocida de que la prevalencia de los trastornos de la conducta alimentaria aumenta durante los años de la adolescencia y, en particular, entre la población femenina. Aporta nuevos datos sobre la asociación de factores como la edad, el sexo, el autoconcepto físico o el índice de masa corporal con tales trastornos.

Participaron en el estudio 740 adolescentes (366 varones y 374 mujeres), de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, que respondieron a las preguntas del Eating Disorders Inventory (EDI),8 un cuestionario destinado a evaluar conductas y pensamientos propios de los TCA y compuesto por las escalas de Impulso para Adelgazar, Bulimina, Insatisfacción Corporal, Autoevaluación Negativa, Perfeccionismo, Desconfianza Interpersonal, Identificación de la Interocepción y Miedo a Madurar. Todos los sujetos completaron también una batería de preguntas acerca de sus hábitos deportivos, su peso y su altura. Además, una parte de esta muestra, concretamente 347 sujetos, cumplimentó el Cuestionario de Autoconcepto Físico (CAF) que evalúa cuatro dimensiones del autoconcepto físico (habilidad física, condición física, atractivo y fuerza), así como el autoconcepto físico general y el autoconcepto general.9

Se realizaron diferentes análisis estadísticos (análisis de varianza factorial, ANOVA de un factor, contraste de medias, análisis de gráficos de perfil para interacciones, comparaciones múltiples de Bonferroni) mediante el programa SPSS 11.5 para Windows.

En cada uno de los siguientes apartados se expone primero brevemente el estado de la cuestión y a continuación se presentan los nuevos datos.


El autoconcepto físico y los trastornos de la conducta alimentaria

Se conocía que el autoconcepto físico es un buen indicador de posibles trastornos alimentarios ya que la insatisfacción con el propio cuerpo, su principal síntoma, guarda una evidente relación con un autoconcepto físico bajo.10 Pero no se había explorado en detalle el alcance de esta relación. Las respuestas al EDI por parte de tres grupos de personas categorizadas en razón de su autoconcepto físico (alto, medio o bajo), tal como se muestra en la tabla 1, ofrecen nueva información.


Figura 1

Las puntuaciones varían en razón del autoconcepto (bajo, medio, alto) en el EDI-total y en las escalas de Atractivo Físico, Condición Física, Autoconcepto Físico General y Autoconcepto General del CAF. Como regla general, la diferencia se establece entre el grupo de adolescentes con autoconcepto bajo y los otros dos grupos (autoconcepto medio y alto); es decir, quienes afirman tener un bajo concepto físico de sí mismos presentan un riesgo más alto de padecer TCA que quienes afirman estar satisfechos o muy satisfechos con su yo físico. Sin embargo, esta relación no se mantiene en la escala de Perfeccionismo ni en la de Bulimia, donde las diferencias se encuentran entre el nivel alto de autoconcepto y el nivel medio o bajo; dicho de otro modo, son más perfeccionistas y tienen mayor riesgo de padecer conductas bulímicas los adolescentes con un concepto elevado de su físico.


Práctica deportiva y sexo

Está comprobado que no toda actividad físico-deportiva produce efectos positivos ya que, por ejemplo, entre quienes practican deporte de élite la prevalencia de trastornos alimentarios es superior a la de la población general.11 En todo caso, datos de nuestra investigación previa confirman la relación entre la práctica deportiva y un menor riesgo de presentar TCA, así como una relación inversa entre el autoconcepto físico y las disfunciones alimentarias.12

Sabiendo que existen diferencias tanto de sexo como asociadas a la práctica deportiva en los TCA durante la adolescencia, interesaba precisar cómo interactúan ambas variables. Pues bien, entre los grupos de varones y de mujeres adolescentes que realizan actividad físico-deportiva de forma esporádica, la interacción de las variables sexo y práctica deportiva no resulta ser significativa en ninguna escala del EDI. En cambio, cuando se distingue por sexo a quienes practican deporte de forma habitual, el grupo de adolescentes mujeres puntúa significativamente más en las escalas de Motivación para Adelgazar e Insatisfacción Corporal, pero menos que los varones en Perfeccionismo, Desconfianza Interpersonal, Miedo a Madurar y Bulimia.

Estos datos sugieren que el ejercicio físico moderado realizado por las adolescentes contribuye a reducir la reiteradamente afirmada mayor probabilidad que los adolescentes de padecer TCA. En cambio, entre quienes practican deporte de forma habitual la situación es más compleja: son las adolescentes quienes muestran más probabilidad de padecer TCA, ya que están más insatisfechas con su cuerpo y presentan una motivación para adelgazar más alta; pero los adolescentes, además de tener mayor número de comportamientos bulímicos, son más perfeccionistas, muestran una mayor desconfianza en sus relaciones con los demás y tienen más miedo a madurar (rasgos todos ellos asociados a las patologías de la alimentación).


La combinación de edad y sexo con respecto a los TCA

Respecto de la relación entre la edad y la insatisfacción corporal, los datos de la investigación previa no son concluyentes ya que, mientras que algunos estudios sitúan el origen de dicha insatisfacción a los 9 años,13 e incluso a partir de los 6-7 años,14 otras investigaciones no confirman tal precocidad.15 Dada la relación comprobada entre los TCA y la percepción del yo físico, resulta de gran interés conocer las pautas del autoconcepto físico asociadas a la edad, dato que por el momento no se conoce con precisión, salvo que experimenta un considerable descenso durante la adolescencia.9

Dando por asentada la afirmación de una mayor prevalencia de TCA en la población adolescente femenina, se trata ahora de calibrar el peso de la interacción de dichas variables (sexo y edad) con respecto al riesgo de sufrir algún tipo de TCA, medido a través de las respuestas al EDI. Y se pudieron comprobar algunas diferencias significativas. Así, en las escalas de Motivación para Adelgazar e Insatisfacción Corporal son las mujeres quienes puntúan más alto, tanto en el grupo de edad de 12-14 años como en el de 15-18. Pero también se constatan diferencias entre uno y otro tramo de edad: en el grupo más joven, los varones reflejan mayor miedo a madurar y perfeccionismo; en el tramo de más edad, dejan de darse tales diferencias pero aparecen puntuaciones superiores de las mujeres en Autoevaluación Negativa y en la capacidad de identificación de la interocepción.

En definitiva, sucede de nuevo que el tener simultáneamente en cuenta otra variable (en este caso, la edad) obliga a precisar la reiterada afirmación de la mayor prevalencia en la población femenina del riesgo de padecer trastornos alimentarios.


La combinación de IMC y sexo respecto de los TCA

Un peso por debajo de lo normal se convierte en índice diagnóstico de anorexia4,16 y un elevado índice de masa corporal tiende a aparecer asociado con el deseo de perder peso y de un cuerpo más delgado.15,17,18 Datos similares aparecen en población no clínica adolescente: quienes presentan una mayor masa corporal no sólo se sienten más a disgusto con su aspecto físico y desean en mayor medida adelgazar sino que, además, muestran con mayor frecuencia comportamientos y rasgos de personalidad típicos en los TCA.12 Ahora bien, a sabiendas de que cada uno de ambos factores se asocia con diferencias en el riesgo de padecer TCA, resulta de interés conocer su comportamiento conjunto.

Y nuestros datos indican que si bien la Insatisfacción Corporal, el Perfeccionismo y el Miedo a Madurar son distintos entre las mujeres y los hombres con bajo peso (ellos son quienes salen desfavorecidos en las dos últimas escalas), como norma general, las diferencias se encuentran siempre en la categoría de peso normal, de modo que las mujeres de este grupo, en comparación con los hombres, sienten más deseo de adelgazar, hacen una peor evaluación de sí mismas y les cuesta más identificar las sensaciones corporales; por el contrario, los hombres con un peso considerado normal realizan un mayor número de conductas tipificadas como bulímicas.


Discusión de los resultados

En orden a la intervención, sea clínica o educativa, son de considerable interés las informaciones que permiten precisar afirmaciones de índole general; en nuestro caso, tiene considerable relevancia identificar, de la forma más precisa posible, en qué medida modulan unas u otras variables el riesgo de que las adolescentes padezcan TCA.

En este sentido, el dato más preocupante es que con la edad (tránsito de la primera a la segunda adolescencia) el riesgo de las mujeres no disminuye y hasta aumenta, en algún sentido, con respecto a los adolescentes varones. Otro aspecto que merece atención es que las mujeres con índice de masa corporal normal muestran particular tendencia a la insatisfacción corporal y, por tanto, mayor impulso a adelgazar. Esto lleva a pensar que más que el peso real es su percepción la que juega un papel determinante en el bienestar psicológico.

Resulta, por otro lado, un tanto decepcionante comprobar que la actividad físico-deportiva practicada de forma habitual no hace desaparecer las consabidas diferencias de sexo, especialmente en los tres comportamientos más directamente asociados con los TCA: insatisfacción corporal, motivación para adelgazar y bulimia; no obstante, parece guardar algún tipo de asociación con los rasgos psicológicos típicos de las disfunciones alimentarias, dado que las adolescentes que habitualmente practican deporte ofrecen puntuaciones inferiores incluso a las de los adolescentes varones. Esto sugiere la indicación de recurrir al deporte como vía para mitigar los rasgos de personalidad más asociados a los TCA.

Por último, merece una particular atención la relación entre el autoconcepto físico y el riesgo de padecer trastornos alimentarios si se tiene en cuenta que el autoconcepto se puede mejorar mediante una adecuada intervención educativa o clínica tanto preventiva como paliativa.
Bibliografía del artículo
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