siiclogo2c.gif (4671 bytes)
OPINIONES ACTUALES SOBRE LA PREVENCION DE LA INCONTINENCIA ANAL POSPARTO: CESAREA VERSUS PARTO VAGINAL
(especial para SIIC © Derechos reservados)
lal9.jpg
Autor:
Mira Lal
Columnista Experto de SIIC

Institución:
Department of Obstetrics & Gynaecology Russells Hall Hospital

Artículos publicados por Mira Lal 
Recepción del artículo: 21 de febrero, 2005
Aprobación: 14 de febrero, 2005
Conclusión breve
La incontinencia anal posparto obedece a muchos factores y su alcance, incluidas su frecuencia y gravedad, exige un análisis adecuado para que puedan implementarse estrategias de prevención apropiadas.

Resumen

Los obstetras a veces tienen que considerar si una cesárea electiva puede prevenir la incontinencia anal de las embarazadas sanas. El aumento mundial de las tasas de cesárea afecta la salud reproductiva y la economía de la salud, por lo tanto existe una necesidad de justificar las cesáreas preventivas. La incontinencia anal obedece a muchos factores y su alcance, incluidas su frecuencia y gravedad, exige un análisis adecuado para que puedan implementarse estrategias de prevención. Un estudio llevado a cabo en primíparas (n = 184) sometidas a cesárea y comparadas con mujeres que tuvieron parto normal (n = 100) mostró que los síntomas más graves –que requirieron compresas– ocurrieron en 2 (3%) madres con incontinencia anal luego una cesárea realizada antes del trabajo de parto (n = 80). Este trabajo discute, mediante un enfoque biopsicosocial, los estudios que evalúan la gravedad de los síntomas de la incontinencia anal. Se aplicaron herramientas de evaluación psicosocial que incorporaron la percepción de gravedad por parte de las madres. El impacto físico serio asociado a esta condición acarreó trastornos psicosociales importantes pero otras causas, como las experiencias de parto insatisfactorias, se hicieron relevantes cuando los síntomas se percibieron como menos graves. Las herramientas de evaluación psicosocial posparto orientadas a las pacientes podrían mejorar nuestra comprensión de sus necesidades reales. Otras publicaciones actuales comunican que la incidencia de la incontinencia anal tras la cesárea quizá sea similar o menor a la del parto vaginal. Los síntomas pueden no relacionarse con los resultados anormales de los estudios y pueden resolverse espontáneamente. Las investigaciones de la cesárea preventiva para la incontinencia anal deberían tener en cuenta aquellos factores no relacionados con el trabajo de parto y los aspectos psicosociales.

Palabras clave
Incontinencia anal, incidencia posparto, impacto psicosocial, prevención

Clasificación en siicsalud
Artículos originales> Expertos del Mundo>
página www.siicsalud.com/des/expertos.php/72373

Especialidades
Principal: Obstetricia y Ginecología
Relacionadas: Medicina FamiliarMedicina InternaSalud Mental

Enviar correspondencia a:
Department of Obstetrics & Ginaecolgy, Russells Hall Hospital Dudley Group NHS Trust, Dudley, West Midlands, DY1 2HQ, Reino Unido


Patrocinio y reconocimiento
Agradecimientos: Mi sincero reconocimiento a Roger Callender, Teresa Allen y Helen Pattison por su apoyo general y a Bailas Sarhadi y Jane Taylor por su respaldo técnico.
Las figuras 1 a 4 sobre los cambios en el piso y los órganos pelvianos a partir del sexto mes de embarazo son ilustraciones de William Smellie (1852) (cortesía de la Biblioteca William Smellie, Lanarkshire, Reino Unido).
CURRENT THOUGHTS ON THE PREVENTION OF POSTPARTUM ONSET OF ANAL INCONTINENCE: CAESAREAN VS. VAGINAL DELIVERY

Abstract
Obstetricians occasionally have to consider whether an elective caesarean will prevent anal incontinence in a healthy gravida. The global rise in the caesarean rate impinges on reproductive health and health economy, hence, there is a need to justify prophylactic caesarean. Anal incontinence is multifactorial. Its scope including its frequency and severity need adequate assessment for developing preventative strategies. A study investigating primiparae in which caesarean (n = 184) mothers were compared with vaginally delivered (n = 100) reported that severe physical symptoms necessitating pad use occurred in 2 (3%) mothers with anal incontinence following pre-labour caesarean (n = 80). This paper discusses the study’s progress in assessing the severity of these symptoms of anal incontinence using a biopsychosocial approach. Postpartum psychosocial assessment tools which incorporated the mother’s perception of severity were applied. Severe physical burden led to severe psychosocial impairment but other causes, e.g. an unsatisfactory childbirth experience, gained prominence when physical symptoms were perceived as less severe. Assessment using these consumer-orientated postpartum psychosocial evaluation tools would improve our understanding of consumer needs. Other current publications report that frequencies of anal incontinence following caesarean may be similar or lower than that following vaginal delivery. Symptoms may not relate to abnormal investigation results and can resolve spontaneously. Research investigating prophylactic caesarean for preventing anal incontinence should evaluate non-labour factors and the psychosocial aspect.


Key words
Anal incontinence, postpartum incidence, psychosocial impact, prevention


OPINIONES ACTUALES SOBRE LA PREVENCION DE LA INCONTINENCIA ANAL POSPARTO: CESAREA VERSUS PARTO VAGINAL

(especial para SIIC © Derechos reservados)
Artículo completo
Introducción
Un tema que todo obstetra tendrá que considerar alguna vez es si una cesárea electiva podría evitar la incontinencia anal que sigue al parto vaginal en las embarazadas sanas. El aumento de la tasa mundial de cesáreas1-5 con sus consecuencias sobre la salud reproductiva6-7 vuelve imperiosa la consideración de los riesgos y beneficios de la cesárea preventiva, de manera tal que se eviten las alteraciones del piso pelviano, incluida la incontinencia anal.8-9
Este artículo intentará describir las investigaciones actuales teniendo en cuenta las comunicaciones previas y haciendo hincapié en la incontinencia anal posterior a la cesárea (Lal y col.10) y su impacto psicosocial. Para apreciar los distintos aspectos tratados por las investigaciones respecto de la incontinencia anal de comienzo posterior al parto, de aquí en más denominada incontinencia anal adquirida, se brinda un resumen de los puntos más importantes.
Alcances de la incontinencia anal adquirida
La incontinencia anal es una expresión de la disfunción del piso pelviano que puede ser definida como la salida involuntaria de las heces (sólidas o líquidas) y de gases, lo cual podría constituir un problema higiénico o social.11 El efecto agotador que la incontinencia anal, particularmente de materia fecal, ejerce sobre la paciente12-13 podría exagerarse en las madres con incontinencia anal adquirida.14 Aunque sólo se puede demostrar objetivamente la gravedad de la incontinencia fecal,12,13 la incontinencia de gases también puede ser lo suficientemente grave como para causar un decaimiento social15 y las secuelas psicosociales pueden afectar a ambas categorías.16 La paciente es reservada acerca de estos aspectos12,17 debido a lo delicado de su situación y al temor a ser estigmatizada. La incidencia posparto de la enfermedad está subestimada, con un intervalo de 1% a 45%19-22 y la estimación de su gravedad,21 incluido el impacto psicosocial, ha recibido muy poca atención. La valoración de los alcances reales de esta patología, que incluye la cuantificación de su frecuencia y gravedad, podría resultar efectiva para llevar adelante estrategias adecuadas de prevención.
Etiopatología de la incontinencia anal posparto
Las heces se acumulan en el recto y se expulsan voluntariamente a través del ano en el momento y lugar que socialmente se consideran apropiados. La continencia anal se mantiene por la contracción de los esfínteres anales externos e internos y la integridad del piso de la pelvis, la posición de la unión anorrectal, la capacidad del recto, la sensibilidad de la mucosa rectal y un reflejo receptivo intacto, el cual es facilitado por los reflejos espinales que están bajo control supraespinal.23-26 La incontinencia de los gases, la urgencia y la incontinencia pasiva de las heces (sólidas y líquidas) pueden reflejar varios grados de disfunción neuromuscular de los esfínteres anales externos o internos, los que se pueden acompañar o no de anormalidades en otros mecanismos que mantienen la continencia.
El desarrollo embriológico casi simultáneo27,28 de los órganos de la pelvis (recto, ano, vejiga, uretra y vagina), el piso pelviano y el perineo y la inervación común desde los segmentos sacros S2, S3 y S4 y torácicos T11, T12 a través de los nervios pudendos (principalmente) o de ramas espinales directas23,24 hacen que una alteración en uno de estos sectores pueda influir el funcionamiento del otro29 y esto se aplica a la continencia intestinal. No está claro en qué grado las hemorroides contribuyen a la disfunción del esfínter anal.30
Maternidad e incontinencia anal posparto
En el siglo XIX, en Gran Bretaña, William Smellie (precursor de la obstetricia), quien fue llamado a intervenir en contratiempos obstétricos, escribió además un “Tratado de partos”31 con ilustraciones que incluían el efecto que el agrandamiento del útero ocasiona sobre los órganos pelvianos, el piso de la pelvis y el perineo a partir del final del segundo trimestre (figuras 1 a 4). Las modernas técnicas de imágenes aún no han reproducido estos procesos pero los investigadores13 han observado que los cambios que pueden llevar a la disfunción del piso pelviano podrían comenzar alrededor de las 20 semanas de gestación.



Figura 1. Útero dilatado con un feto de 6 meses extendido sobre el piso de la pelvis y órganos adyacentes.



Figura 2. Explicación de la figura 1 (William Smellie, 1852).



Figura 3. Útero dilatado con un feto de 8 meses extendido sobre el piso de la pelvis y órganos adyacentes.



Figura 4. Explicación de la figura 3 (William Smellie, 1852).
La investigación previa se centró en las alteraciones estructurales y funcionales que conducen durante el parto a la incontinencia anal adquirida, y se les dio poca atención a los efectos mecánicos y hormonales sobre los órganos del piso pelviano inducidos por el embarazo. Los factores previos al embarazo, como la raza o la vulnerabilidad familiar y la historia natural21 también necesitan amplia investigación.
Tipo de parto e incontinencia anal posparto
Los estudios previos basados en la neurofisiología,36,37 ecografía endoscópica anal y pruebas fisiológicas anorrectales33,34 comunicaron que la incontinencia anal era causada por la ruptura del esfínter anal o la neuropatía pudenda asociada con el parto por vía vaginal, especialmente con soporte instrumental o luego de un desgarro de tercer o cuarto grados.33 Los estudios33,34 no comunicaron casos de incontinencia anal luego de la cesárea electiva y el papel de la cesárea de emergencia fue indeterminado.34,35 Podría concluirse que la incontinencia anale adquirida puede evitarse si se disminuye el requerimiento instrumental, los desgarros de tercer o cuarto grados y la realización de una cesárea electiva.
Esto puede lograrse si se promociona el parto vaginal normal.40 Si el parto asistido es inevitable, se puede limitar el daño con la extracción al vacío en lugar de la utilización de fórceps,38,39 pero es un tema de debate.41 Del mismo modo, si se evita el parto instrumental se pueden evitar los desgarros grados 3 o 4 junto con la ejecución de una episiotomía de la línea media, que provee apoyo perineal durante el parto vaginal42 y posiblemente si se realiza una episiotomía derecha mediolateral.43,44
La cesárea electiva preventiva para evitar el riesgo potencial de la incontinencia anal tras el parto aún constituye un tema polémico.45-48 La morbimortalidad del parto por cesárea es más elevada que la del parto vaginal.49,50 Las complicaciones obstétricas posteriores a una cesárea adquieren relevancia cuando las parejas optan por tener más de un hijo.53 Las comunicaciones previas en las que no se habían observado nuevos episodios de incontinencia anal luego de una cesárea electiva estuvieron limitadas por el tamaño reducido de las muestras (n = 7, n = 36),33,34 la población estudiada33,35 o la exclusión de síntomas anales.35 Los estudios que no tuvieron en cuenta la incontinencia intestinal previa al parto no pudieron haber medido objetivamente la incidencia posparto y por lo tanto, el alcance y la etiología de la incontinencia anal adquirida no se consideran adecuadamente investigadas.
Gravedad de los síntomas de la incontinencia anal adquirida
Los estudios que analizaron la gravedad de los síntomas de la incontinencia anal en la población general comunicaron el impacto físico de estos síntomas y cualquier deterioro en la protección perineal fue tomado como un indicador de gravedad.12,13 La gravedad de la incontinencia anal posparto21 ha sido descrita según la perspectiva materna en leve, moderada o grave.
Una paciente puede percibir la gravedad de este cuadro no sólo en lo que se refiere al impacto físico sino también a la interferencia de estos síntomas con su salud psicosocial. Definida en estos términos, la gravedad presenta una connotación más amplia y parece más adecuada para estudiar la gravedad de la incontinencia de materia fecal y de los gases, con la ventaja adicional de que este último síntoma no puede ser mensurado objetivamente, aunque constituye un impedimento social. Este enfoque podría además tener consecuencias considerables para aquellas mujeres que se confinan cuando atraviesan un período de transición con cambios emocionales y psicosociales complejos,54-56 especialmente luego del nacimiento del primer hijo; 57,58 la percepción por parte de la madre de la gravedad de la incontinencia anal podría estar influida por estos síntomas. El funcionamiento social tras el parto se relaciona con las responsabilidades de su nueva función materna, las relaciones con el niño y el cónyuge y la reasunción de las actividades sociales anteriores.58-60 Por lo tanto, si se evalúa la gravedad de los síntomas de la incontinencia anal adquirida en el contexto del nacimiento de un niño, se podría analizar conjuntamente el impacto físico y las consecuencias psicosociales asociadas. Esto podría llevarse a cabo mediante la implementación de un modelo biopsicosocial.61
Estudios actuales de incontinencia anal adquirida
Nuevos adelantos en la evaluación del alcance de la enfermedad (publicación previa)10
En un estudio observacional10 llevado a cabo en primíparas (angloparlantes, 95% de raza blanca), Lal y col. comunicaron casos de incontinencia anal adquirida luego de la realización de una cesárea electiva. Dos de estas madres (3%) y una (1%) de la cohorte de parto vaginal, presentaron síntomas múltiples de este trastorno, por lo que necesitaron protección perineal continua para la incontinencia fecal. Cinco (5%) de las 101 pacientes sometidas a cesárea (21 de emergencia y 80 electivas) que no estaban en trabajo de parto tuvieron incontinencia anal, cuando se las comparó con las que tuvieron parto vaginal sin asistencia instrumental, el riesgo relativo (RR) fue de 1.62 (IC 95%, 081-3.23), lo cual sugiere que los factores previos al parto podrían llevar a trastornos del piso de la pelvis. Esta publicación10 fue parte de un estudio en el que se investigó la incidencia, prevalencia y gravedad de los trastornos del piso pelviano a los 10 meses previos y posteriores al parto en 184 mujeres a las que se les practicó una cesárea (80 electivas, 104 de emergencia) en comparación con 100 pacientes con parto vaginal normal (sin asistencia instrumental o desgarros de tercer o cuarto grados). Una médica obstetra (ML), no conocida por los participantes, entrevistó a las pacientes en sus hogares mediante un cuestionario médico modificado que se basó en uno previamente validado para el intestino y la vejiga62 a través de preguntas semiestructuradas y abiertas. Se tuvo en cuenta la perspectiva de la madre y el impacto de la enfermedad se estudió mediante un modelo biopsicosocial (tesis de doctorado (PhD) en evaluación).
La gravedad de los síntomas de la incontinencia anal adquirida, incluido el estado de salud-enfermedad asociado, al cual las madres atribuyeron esta condición adquirida, se discuten en este artículo, en tanto que ya se publicaron otros detalles.10,16,63,64 No se hallaron diferencias significativas (χ 2 = 2.767, gl = 3, p = 0.429) entre cesárea y parto vaginal con respecto a la ocupación de las mujeres.
En previsión de las dificultades relacionadas con la recolección de los datos y la cuantificación de las variables de la salud psicosocial, se implementó una metodología combinada para capturar las emociones desconocidas y complejas66 acrecentadas por el parto en relación con la incontinencia anal adquirida. El impacto psicosocial negativo de los nuevos síntomas se manifestó con un estado de ánimo subjetivo disminuido (disforia) que la madre atribuyó a su incontinencia anal. Los datos relevantes obtenidos del cuestionario semiestructurado y abierto se dividieron en las siguientes categorías: síntomas vegetativos como fatiga, pérdida o aumentos de apetito, etc. y síntomas emocionales como ansiedad, estado de ánimo subjetivo disminuido, anhedonia, baja autoestima, intentos de autoagresión y culpa. Estos síntomas posteriormente fueron convertidos en un sistema de puntaje de gravedad creciente (1 a 4) juntamente con el estado de ánimo subjetivo disminuido (adaptación de Campbell y col.)62 como se muestra en la tabla 1.



Los puntajes de 3 y 4 fueron clasificados como disforia grave, categoría que incluiría la depresión menor y mayor.16 El análisis estadístico sugirió una asociación débil entre la incontinencia anal reciente y la disforia (valor exacto de Fisher 5892, p = 0.079).
El deterioro del funcionamiento social debido al impacto físico de la incontinencia anal adquirida fue evaluado a través del análisis de cualquier retraso en la reasunción o la interrupción continua de las actividades sociales usuales relacionadas con las tareas domésticas, los contactos sociales, las actividades recreativas, las relaciones sexuales y el empleo,58-60 los que la madre atribuyó a su incontinencia anal. Se adaptó un sistema de puntajes luego de tener en cuenta lo que presumiblemente fue un intervalo posparto normal para retomar un funcionamiento (social) normal. En la tabla 2 se representa este funcionamiento con relación al aumento gradual de la gravedad, expresado como el retraso en la reasunción o la interrupción continua de las actividades sociales.



Los deterioros moderados o graves (2 y 3 puntos) se consideraron como patognomónicos y se evaluó cualquier asociación entre éstos y la incontinencia anal adquirida. Un análisis univariado (tabla 3) sugirió la existencia de asociación entre las cuatro variables y los nuevos síntomas.



Otras funciones que se analizaron fueron la interferencia con los contactos sociales y las actividades recreativas pero los resultados no fueron significativos. Sólo los análisis univariados fueron aplicados a todas las madres con incontinencia anal adquirida y los resultados deben ser interpretados con cautela en virtud de lo reducido de sus valores.10
Se realizaron análisis univariados posteriores mediante la prueba de la t para determinar si existía alguna asociación entre la incontinencia anal adquirida, el peso del neonato, la circunferencia de la cabeza, duración del trabajo de parto (solamente vaginal) y la dilatación cervical (en las madres que recibieron cesárea de emergencia). Se constató una asociación significativa con la circunferencia de la cabeza en las madres sometidas a cesárea electiva (t = 2.345, gl = 101, p = 0.021) y con el peso del neonato en la cesárea de emergencia (t = 2,113, gl = 102, p = 0.037). Aunque las conclusiones significativas de estos resultados son limitadas, las madres que presentaron nuevos síntomas de incontinencia urinaria al esfuerzo (n = 70), cuando fueron evaluadas a través de análisis multivariados mostraron un patrón de asociación similar entre el peso del neonato y la incontinencia adquirida en la cohorte de cesárea de emergencia (p = 0.024, OR 1.001, IC 95% 1.000-1.002) pero no con la circunferencia de la cabeza en la cohorte de cesárea electiva (p = 0.145, OR 0.983, IC 95% 0.981-1.006).
Los síntomas más graves de la incontinencia anal adquirida (síntomas múltiples que requieren protección perineal) se percibieron como conducentes a síntomas psicológicos graves que interfirieron con las actividades sociales. Tres de estas madres tenían incontinencia urinaria de esfuerzo y una presentó hemorroides, lo que sugiere la extensión de la patología del piso de la pelvis. Solamente dos de estas madres habían consultado con un médico. Cuando el impacto físico de la incontinencia anal adquirida fue percibido como menos grave, las madres atribuyeron su estado psicosocial a otros factores como las experiencias de parto insatisfactorias. La percepción de la gravedad de estos cuadros fue muy personal y exclusiva de cada una. La mayoría de las madres no sufrieron síntomas graves, excepto una en el preparto y que requirió protección perineal continua. La detección y evaluación de la gravedad a través de un cuestionario postal con un formato cerrado quizás haya limitado los resultados, y esto subraya la necesidad de estudios más extensos, de manera tal que se puedan implementar servicios de asistencia más apropiados.
Otros estudios actuales de incontinencia anal adquirida
Estudios basados en la sintomatología y técnicas de investigación
Los siguientes estudios utilizaron cuestionarios además de una variedad de investigaciones anorrectales y los resultados anormales mostraron un significado clínico dudoso. Ninguno de estos estudios analizó la gravedad.
Chaliha y col.19 investigaron prospectivamente a nulíparas a las 36 semanas de embarazo (n = 286) y a las 12 semanas posparto (n = 161). La incidencia de incontinencia anal adquirida tras el parto vaginal fue de 14 (15.7%), la registrada tras parto asistido instrumentalmente fue de 8 (19.5%), y la observada luego de cesárea fue de 7 (23%), con dos casos posteriores a cesárea electiva. La prolongación activa del segundo estadio del trabajo de parto se asoció con el traumatismo del esfínter. Nazir y col. 67 estudiaron primíparas (n = 111) a las 25 semanas de gestación y a los cinco meses posparto. La incontinencia de gases fue comunicada en 19 madres (25%) con parto vaginal (n = 76). Dos pacientes sometidas a cesárea presentaron este tipo de incontinencia durante el embarazo y cuatro luego del parto (n = 10). La circunferencia craneal se asoció significativamente con ecografía endoscópica anormal. Faridi y col.68 investigaron la incontinencia anal posterior a desgarros de grados 3 y 4. Las participantes fueron asistidas previamente al parto (n = 71), a las 6 semanas posparto (10 cesáreas y 42 partos vaginales) y a los 3 meses posparto. La incontinencia anal fue comunicada en dos de cuatro madres con desgarro de grados 3 y 4, en cinco a las que se les practicó una episiotomía mediana y en una cuyo parto requirió la utilización de fórceps. Las madres sometidas a cesárea no presentaron síntomas ni fallas del esfínter. Abramowitz y col.20 estudiaron prospectivamente 259 multíparas a las 37 semanas de gestación y 233 a las 6 a 8 semanas posparto (86.6% parto vaginal, 13% cesárea). La aparición posparto de la incontinencia anal se comunicó en 20 mujeres (9%), de las cuales el 45% presentó falla del esfínter. El trabajo de parto prolongado se asoció con la incontinencia anal.
Estudios epidemiológicos o de grupos especiales
Hannah y col.69 comunicaron los resultados de un cuestionario realizado a los 3 meses posparto de una muestra obtenida de un estudio multicéntrico, aleatorizado y controlado de partos de presentación pelviana (n = 1 596). Se observaron cinco casos de incontinencia fecal en madres sometidas a cesárea y en siete con parto vaginal, además de incontinencia de flatulencias en 66 (10.7%) de 616 mujeres a las cuales se les practicó cesárea y en 59 (9.7%) de 606 mujeres con parto vaginal normal, sin que se observaran diferencias significativas entre estos dos grupos. En otro estudio poblacional prospectivo Thompson y col.70 utilizaron cuestionarios postales y observaron que durante el posparto las madres sometidas a cesárea presentaron significativamente más trastornos intestinales (inespecíficos) que las que tuvieron parto por vía vaginal hasta las 28 semanas y menor incontinencia urinaria hasta las 8 semanas posparto. Ravid y col.71 estudiaron el embarazo y parto de madres a las que se les había practicado una ileostomía por colitis ulcerosa. Los episodios de incontinencia fecal aumentaron durante el embarazo pero cesaron por completo luego de cesárea electiva (n = 24) o parto vaginal (n = 25). Harkin y col.72 comunicaron que el desgarro recurrente del esfínter no resultó predecible a través de la evaluación previa al parto, sin que se observaran recurrencias en 43 madres (95%) y síntomas graves en otras dos (4.4%) luego de un parto por vía vaginal.
Estudios de la historia natural de la enfermedad
Bollard y col.,73 en un seguimiento de 34 años de pacientes con lesiones esfinterianas, no hallaron diferencias significativas en la incidencia de incontinencia anal posterior al parto con fórceps (n = 42) cuando se las equiparó con aquellas que tuvieron parto por vía vaginal no asistido (n = 41) y las que se sometieron a cesárea electiva (n = 6). Hall y col.74 comunicaron la incontinencia anal adquirida tras cesárea (n = 10) o parto vaginal (n = 40). El riesgo de incontinencia anal disminuyó con los partos sucesivos. La cesárea protegió contra la incontinencia anal global (cualquier síntoma posparto) pero no específicamente contra la incontinencia de gases (2/10) o de materia fecal (1/10).
Conclusiones
La incontinencia anal adquirida en las primíparas puede manifestarse luego de una cesárea. Esto tiene consecuencias físicas y psicosociales importantes, las cuales son comparables a las que sobrevienen al parto por no instrumental vía vaginal. La valoración de la gravedad mediante un enfoque biopsicosocial con relación al funcionamiento del posparto materno parece más significativa. La percepción de la gravedad de los síntomas físicos de la incontinencia anal adquirida es muy personal y la implementación de herramientas psicosociales orientadas a la paciente que puedan cuantificar la gravedad de los síntomas mencionados, podría resultar útil para evaluar las necesidades de estas madres, ya que la mayoría no presentan síntomas graves.
Los resultados de las investigaciones actuales muestran datos contradictorios respecto de la incidencia de la incontinencia anal y la gravedad no ha sido adecuadamente analizada. Se necesitan más estudios sobre las medidas preventivas, incluida la cesárea.
La autora no manifiesta “conflictos de interés”.
Bibliografía del artículo
  1. Behague DP, Victora CG, Barros FC. Consumer demand for caesarean sections in Brazil: population based birth cohort study linking ethnographic and epidemiological methods. BMJ 2002; 324(7343):942-5.
  2. The National Sentinel Caesarean Section Audit Report. RCOG Press, London, October 2001. pp.1–3.
  3. Murray SF. Relation between private health insurance and high rates of caesarean section in Chile: Qualitative and Quantitative Study. BMJ 2000; 321:1501-5.
  4. Kozak LJ, Weeks JD. U.S. trends in obstetric procedures, 1990-2000. Birth 2002; 29(3):157-61.
  5. Sreevidya S, Sathiyasekaran BWC. High caesarean rates in Madras (India): a population-based cross sectional study. Br J Obstet Gynaecol 2003; 110:106-11.
  6. Hemminki E. Impact of cesarean section on future pregnancy – a review of cohort studies. Paed Perinat Epidemiol 1996; 10:366-79.
  7. Mutryn CS. Psychosocial impact of cesarean section on the family: a literature review. Soc Sci Med 1993; 37(10):271-81.
  8. Sultan AH, Stanton SL. Preserving the pelvic floor and perineum during childbirth – elective caesarean section Br J Obstet Gynaecol 1996; 103:731-4.
  9. Lal M. Prevention of urinary and anal incontinence: role of elective caesarean delivery. Current Opinion Obstet Gynecol 2003; 15(5):439-48.
  10. Lal M, Mann CH, Callender R, Radley S. ‘Does cesarean delivery prevent anal incontinence’ Obstet Gynecol 2003; 2:305-12.
  11. Weber AM, Abrams P, Brubaker L et al. The standardisation of terminology for research in female pelvic floor disorders. Int Urogynecol 2001; 12:178-86.
  12. Thomas TM, Egan M, Walgrove A, Meade TW. The prevalence of faecal and double incontinence. Commun Med 1984; 6:21620.
  13. MacLennan AH, Taylor AW, Wilson DH, Wilson D. The prevalence of pelvic floor disorders and their relationship to gender, age, parity, and mode of delivery. Br J Obstet Gynaecol 2000; 197:1460-70.
  14. Oakley A. ‘Paradigm of Woman as Reproducer’ in Women Confined Towards a Sociology of Childbirth. Martin Robertson and Company Ltd 1980.
  15. Nygaard IE, Rao SS, Dawson JD. Anal incontinence after anal sphincter disruption: a 30 year retrospective cohort study. Obstet Gynecol 1997; 89:896-901.
  16. Lal M, Pattison HM, Allan TF et al. Severe Psychological & Social consequences of pelvic floor dysfunction in primiparae. Proceedings of the 14th World Congress of the International Society of Psychosomatic Obstetrics and Gynaecology. May 16-19, 2004. pp. 251-5.
  17. Johanson JF, Lafferty J. Epidemiology of fecal incontinence. The silent affliction. Am J Gastroenterol 1996; 91(1):33-6.
  18. Varma A, Gunn J, Gardiner A, Lindow SW, Duthie GS. Obstetric anal sphincteric injury prospective evaluation of incidence. Dis Colon Rectum 1999; 42(12):1537-42.
  19. Chaliha C, Sultan AH, Bland JM et al. Anal function: Effect of pregnancy and delivery. Am J Obstet Gynecol 2001; 185(2):427-32.
  20. Abramowitz L, Sobhani I, Ganansia R, Vuagnat A, Benifla JL, Darai E, Madelenat P, Mignon N. Are sphincter defects the cause of anal incontinence after vaginal delivery Dis Colon Rectum 2000; 43(5):590-8.
  21. Groutz A, Fait JB, Lessing MP et al. Incidence and Obstetric risk factors of postpartum anal incontinence. Scand J Gastroenterol 1999; 3:315-8.
  22. Fornell EKU, Berg G, Hallbook O, Mathieson LS, Sjodahl R. Clinical consequences of anal sphincter rupture during vaginal delivery. J Am Coll Surg 1996; 183:553-8.
  23. Basmajian JV and Sloneck CF. ‘Pelvis and Perineum’ in Grant’s Method of Anatomy. William and Wilkins, 1989. pp. 208-43.
  24. Ganong WF. ‘Defecation’ in Review of medical physiology 18th Edition. Appleton and Lange, Stamford CT, 1997. Chapter 38: p. 477.
  25. Miller R, Bartolo DCC, Cervero F, McC.Mortensen NJ. Anorectal sampling: a comparison of normal and incontinent patients. Br J Surg 1988; 75:44-7.
  26. Schroeder HD, Reske-Nielsen E. Fibre types in the striated urethral and anal sphincters. Acta Neuropathol (Berl) 1983; 60:278-82.
  27. Chamberlain GVP. ‘Early development and embedding of the blastocyst’ in Obstetrics by ten teachers. The Bath Press Avon, 16th Ed.1995. pp. 4-15.
  28. Lansmen HH, Robertson EG. ‘Evolution of the pelvic floor’ in Benson’s Female pelvic floor disorders. WW Norton and Co., 1992. pp. 16-7.
  29. Wall LL, DeLancey JOL. The politics of prolapse: A revisionistic approach to disorders of the pelvic floor in women. Perspectives Biol Med 1991; 34(4):486-96.
  30. Brisinda G. How to treat haemorrhoids. BMJ 2000; 7261:582-3.
  31. Smellie W. A treatise on the theory and practice of midwifery. D Wilson, London, 1852.
  32. MacLennan AH, Nicholson R, Green RC. Serum relaxin levels in pregnancy. Lancet 1986;ii:241-3.
  33. Sultan AH, Kamm MA, Hudson CN, Thomas JM, Bartram CI. Anal sphincter disruption during vaginal delivery. N Eng J Med 1993; 329(26):1905-11.
  34. Fynes M, Donnelly VS, O’Connell R, O’Herlihy C. Cesarean delivery and anal sphincter injury. Obstet Gynecol 1998; 92(4) part 1:496500.
  35. MacArthur C, Bick DE, Keighley MRB. Faecal incontinence after childbirth. Br J Obstet Gynaecol 1997; 104:46-50.
  36. Swash M. Faecal incontinence. Childbirth is responsible for most cases. BMJ 1993; 307:636-7.
  37. Snooks SJ, Swash M, Mathers SE, Henry MM. Effect of vaginal delivery on the pelvic floor: a 5 year follow-up. Br J Surg 1990; 77:1358-60.
  38. Sultan AH, Kamm MA, Bartram CI, Hudson CN. Anal sphincter trauma during instrumental delivery. Int J Gynecol Obstet 1993; 43:26370.
  39. Fitzpatrick M, Behan M, O’Connell R, O’Herlihy C. Randomised clinical trial to assess anal sphincter function following forceps or vacuum assisted vaginal delivery. Br J Obstet Gynaecol 2003; 110:424-9.
  40. Johanson R, Newburn M. Editorial: Promoting normalcy in childbirth. BMJ. 2001; 323:1142-3.
  41. Johanson RB, Heycock E, Carter J et al. Maternal and child health after assisted vaginal delivery: five year follow-up of a randomized controlled study comparing forceps and ventouse. Br J Obstet Gynaecol 1999; 106:544-9.
  42. Pirhonen JP, Grenman SE, Haadem K et al. Frequency of anal sphincter rupture at delivery in Sweden and Finland; result in difference in manual help to baby’s head. Acta Obstet Gynecol Scand 1998; 77:974-7.
  43. Leeuw JW, Struijk PC, Vierhout ME, Wallenburg HCS. Risk factors for third degree ruptures during delivery. Br J Obstet Gynaecol 2001; 108:383-7.
  44. Sartore A, DeSita F, Maso G et al. The effects of mediolateral episiotomy on pelvic floor function after a vaginal delivery. Obstet Gynecol 2004; 103(4):669-73.
  45. Al-Mufti R, McCarthy A, Fisk N. Obstetricians personal choice and mode of delivery. Lancet 1996; 347:544.
  46. Nygaard I, Cruickshank JP. Editorial. Should all women be offered elective caesarean delivery. Obstet Gynecol 2003; 102(2):217-9.
  47. Bewley S, Cockburn J. II The ‘unfacts’ of ‘request’ caesarean section. Br J Obstet Gynaecol 2002; 109(6):597-605.
  48. Langer A, Viller J. Promoting evidence based practice in maternal care. BMJ 2002; 324:928-9.
  49. Why Mothers Die 2000-2002. The sixth report of the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom. RCOG Press, London, 2004.
  50. Lilford RJ, Groot HAVCD, Moore PJ, Bingham P. The relative risks of caesarean section (intrapartum and elective) and vaginal delivery: a detailed analysis to exclude the effects of medical disorders and other acute pre-existing physiological disturbances. Br J Obstet Gynaecol 1990; 97:883-92.
  51. Kastner ES, Figuero AR, Garry D, Maulik D. Emergency peripartum hysterectomy. Experience at a community teaching hospital. Obstet Gynecol 2002; 99:971-5.
  52. O’Brien JM, Barton JR, Donaldson ES. The management of placenta percreta: conservative and operative strategies. Am J Obstet Gynecol 1996; 175:1632-8.
  53. Flamm BL, Goings JR, Liu Y et al. Elective repeat cesarean delivery versus trial of labour: A prospective multicentre study. Obstet Gynecol 1994; 83(6):927-32.
  54. Brockington I. ‘Preface’ in Motherhood and Mental Health. Oxford University Press, 1998.
  55. Campbell SB, Cohn JF. Prevalence and correlates of postpartum depression in first-time mothers. J Abnormal Psychology 1991; 100(4):394-9.
  56. Murray D, Cox JL, Chapman G, Jones P. Childbirth: Life event or start of a long-term difficulty Br J Psychiat 1995; 166:595-600.
  57. Riley D. ‘Introduction’ in Perinatal mental health. Radcliffe Medical Press 1995.
  58. Oakley A. ‘Paradigm of Woman as Reproducer’ in Women Confined Towards a Sociology of Childbirth. Martin Robertson and Company Ltd 1980.
  59. Gjerdingen DK, Froberg D. Predictors of health in new mothers. Soc Sci Med 1991; 33(12):1399-407.
  60. Tulman L, Fawcett J. Return of functional ability after childbirth. Nursing Research 1988; 37(2):77-81.
  61. Munjack DJ, Ozeil LJ. Sex and pregnancy: part II. Br J Sexual Medicine 1979; 21-2.
  62. Stanton Al, Lobel M, Sears S, Stein DeLuca R. Psychosocial aspects of selected issues in women’s reproductive health: current status and future directions. J Consult Clinic Psychology 2002; 70(3):751-70.
  63. Hiller L, Radley S, Mann CH, Radley SC et al. Development and validation of a questionnaire for the assessment of bowel and urinary tract symptoms in women. Br J Obstet Gynaecol 2002; 109(4):413-23.
  64. Lal M, Pattison HM, Allan TF et al. Postpartum dyspareunia reflects sexual malfunction, pelvic floor and perineal dysfunction: Caesarean vs Vaginal. Proceedings of the 14th World Congress of the International Society of Psychosomatic Obstetrics and Gynaecology. May 16-19th 2004. pp. 267-71.
  65. Lal M, Pattison HM, Allan TF et al. Multiple Post-Caesarean Pelvic floor symptoms and their psychological impact in young primiparae. Published in the Conference handbook of the Biennial Scientific Meeting of the International Marcé Society. 23-26th September 2004 p .
  66. Oakley A. Social consequences of obstetric technology: the importance of measuring “soft” outcomes. Birth 1983; 10(2):99-108.
  67. Bowling A. Research Methods in Health. 2nd Edition. Open University Press 2002:261.
  68. Nazir M, Carlson E, Nescheim B. Do occult anal sphincter injuries, vector volume manometry and delivery variables have any predictive value for bowel symptoms after first time vaginal delivery without 3rd and 4th degree rupture A prospective study. Acta Obstet Gynecol Scand 2002; 81:720-6.
  69. Faridi A, Willis S, Schelzig P, Siggelkow W, Schumpelick V, Rath W. Anal sphincter injury during vaginal delivery – an argument for cesarean section on request Journal of Perinatal Medicine, 2002; 30(5):379-87.
  70. Hannah ME, Hannah WJ, Hodnett ED, Chalmers B, Kung R, William A et al. Outcomes at 3 months after planned caesarean versus planned vaginal delivery for breech presentation at term: The International Randomised Term Breech Trial. JAMA. 2002; 287(4):1822-31.
  71. Thompson JF, Roberts CL, Currie M, Ellwood DA. Prevalence and persistence of health problems after childbirth: associations with parity and method of birth. Birth, 2002; 29(2):83-94.
  72. Ravid A, Richard CS, Spencer LM et al. Pregnancy, delivery, and pouch function after ileal pouch-anal anastomosis for ulcerative colitis. Diseases of the Colon & Rectum, 2002; 45(10):283-8.
  73. Harkin R, Fitzpatrick M, O’Connell PR, O’Herlihy C. anal sphincter disruption at vaginal delivery: is recurrence predictable Eur J Obstet Gynecol Reproductive Biol 2003; 109:149-52.
  74. Bollard RC, Gardiner A, Duthie GS, Lindow SW. Anal sphincter injury faecal and urinary incontinence: a 34 year follow-up after forceps delivery. Dis Colon Rectum 2003; 46(8):1083-8.
  75. Hall W, McCracken K, Oster P, Guise JM. Frequency and predictors of postpartum fecal incontinence. Am J Obstet Gynecol 2003; 88(5):1205-7.

© Está  expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los  contenidos de la Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC) S.A. sin  previo y expreso consentimiento de SIIC
anterior.gif (1015 bytes)

Bienvenidos a siicsalud
Acerca de SIIC Estructura de SIIC


Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC)
Mensajes a SIIC

Copyright siicsalud© 1997-2024, Sociedad Iberoamericana de Información Científica(SIIC)