siiclogo2c.gif (4671 bytes)
NATURALISTAS Y MICROBIOLOGOS EN LA EMERGENCIA DE LA MEDICINA TROPICAL
(especial para SIIC © Derechos reservados)
caponi.jpg
Autor:
Sandra Caponi
Columnista Experto de SIIC

Institución:
Departamento de Salud Pública Universidad Federal de Santa Catarina Brasil

Artículos publicados por Sandra Caponi 
Recepción del artículo: 22 de marzo, 2004
Aprobación: 11 de junio, 2004
Conclusión breve
Analizamos de qué modo los investigadores argentinos y brasileños de fines del siglo XIX e inicios del XX construyeron sus programas de investigación referidos a las enfermedades tropicales

Resumen

Analizamos de qué modo los investigadores argentinos y brasileños de fines del siglo XIX e inicios del XX construyeron sus programas de investigación referidos a las enfermedades tropicales. Aun cuando la higiene brasileña y la argentina fueran herederas directas de los programas y principios pasteurianos, Brasil enfrentó sus problemas sanitarios con un nuevo programa de investigación en el que se integraban la bacteriología, la parasitología y la preocupación por los vectores. Argentina, por su parte, desconsideró los problemas presentados por las enfermedades tropicales e insistió en reducir todos sus problemas sanitarios a aquellos que podían ser pensados en un paradigma donde se integraban los estudios microbiológicos y las estrategias "aeristas" propias de la higiene clásica. La distinción entre estos dos programas de investigación nos condujo a dar continuidad a este trabajo con un análisis comparativo de los programas de investigación de dos centros de referencia internacional entonces existentes: los Instituts Pasteur D\'Outre-mer, particularmente la Societé de Phatologie Exotique (1908), y The London School of Tropical Medicine (1898).

Palabras clave
Medicina tropical, Brasil, Argentina, microbiología

Clasificación en siicsalud
Artículos originales> Expertos del Mundo>
página www.siicsalud.com/des/expertos.php/67512

Especialidades
Principal: Atención PrimariaInfectología
Relacionadas: Epidemiología

Enviar correspondencia a:
Sandra Caponi. Rua Esteves Junior 605 Ap. 1414. Florianópolis S.C, (CP) 88015-130 Brasil Caponi, Sandra



NATURALISTAS Y MICROBIOLOGOS EN LA EMERGENCIA DE LA MEDICINA TROPICAL

(especial para SIIC © Derechos reservados)
Artículo completo
La preocupación médica por los trópicos, que parece haber obsesionado a los médicos militares de las potencias coloniales europeas durante las últimas décadas del siglo XIX traduce cierta admiración y al mismo tiempo cierto temor ante el espectáculo representado por lo desconocido, por lo diferente. Imágenes de tierras, costumbres, animales y razas exóticas se suceden en esas narraciones junto a las más variadas tentativas de dar una explicación científica a esta diversidad que representaba una clara amenaza a la salud de los colonos europeos que deseaban establecerse en ultramar. Nuevas enfermedades como la malaria, la fiebre amarilla, la enfermedad del sueño, pero también viejas conocidas como la fiebre tifoidea, la lepra o la viruela reaparecían en los trópicos con una furia mortal inexplicable. Entre todas ellas será la malaria la que ocupará el rol protagónico en esta historia por haber sido considerada como paradigma de enfermedad tropical.
En el enfrentamiento entre esos dos mundos se pondrán a prueba los conocimientos médicos que, hasta entonces, los centros metropolitanos habían pacientemente elaborado. Los institutos de investigación médica más conceptuados del mundo no podrán permanecer al margen de este proceso y deberán enviar sus investigadores, sus laboratorios, sus equipos y sus conocimientos a los nuevos centros que serán creados en ultramar. Este mismo proceso se reiterará en los tres centros de investigación europeos entonces más valorados: la corona británica enviará a Patrick Manson a China ya en 1866; el Instituto Pasteur propiciará la creación de filiales de ultramar a partir de la fundación, en 1894, del Instituto de Argelia; por su parte, Alemania enviará al propio Robert Koch hacia Camerún en sucesivos viajes entre 1895 y 1907 para realizar estudios sobre la malaria.1
Nos interesa interrogarnos aquí por el modo en que estas cuestiones teóricas y prácticas influyeron el desarrollo de la medicina latinoamericana de inicios del siglo XX y fines del XIX. Específicamente nos interesa analizar el modo en que los investigadores argentinos y brasileños construyeron sus programas de investigación. ¿Qué enfermedades les preocupaban ¿Cómo entendieron y cómo recibieron los estudios dedicados a las enfermedades tropicales que entonces diezmaban las poblaciones de Argentina y de Brasil ¿De qué modo pretendieron enfrentar las recurrentes epidemias de fiebre amarilla y malaria que tanto preocupaban a los investigadores europeos ¿Qué protocolos de investigación fueron entonces privilegiados Sabemos de la influencia que los investigadores franceses, fundamentalmente los del Instituto Pasteur, tuvieron en la formación de los investigadores locales. Como afirma Nancy Stepan,2 entre los intelectuales de América Latina y los higienistas franceses existían entonces fuertes vínculos que, en ciertos casos, implicaron una verdadera dependencia de la medicina latinoamericana de los discursos y estrategias adoptadas por estos últimos.
La emergencia de la medicina tropical en Brasil y Argentina
El análisis de algunos de los argumentos utilizados por los higienistas, sanitaristas e investigadores brasileños y argentinos entre 1890 y 1916 en torno de los modelos explicativos y de las estrategias de profilaxis que debían ser adoptadas ante enfermedades como la fiebre amarilla, la malaria y la tripanosomiasis americana, conocida a partir de 1909 como enfermedad de Chagas, nos permitirá una aproximación, sin duda parcial, a la especificidad de ese nuevo modo de problematización.3 La novedad de este naciente programa de investigación y control de las enfermedades se hace evidente si pensamos en las resistencias suscitadas entre los defensores del higienismo, entonces transformado a la luz de los nuevos descubrimientos de la microbiología.
Ese momento en que dos estrategias de explicación se confrontan nos permitirá comprender en qué sentido es posible hablar de dos modelos de inteligibilidad de las enfermedades, o de "espacios de visibilidad" diferenciados. Por un lado, el estudio de la parasitologia y de las enfermedades transmitidas por vectores; por otro, el modo de comprensión de las enfermedades y las estrategias de prevención clásicamente defendidas por los higienistas y microbiólogos. Estos dos modelos explicativos fueron adoptados por los investigadores brasileños como estrategias complementarias, ambas útiles para el estudio y la comprensión de las diversas enfermedades que debían ser combatidas. Argentina, por su parte, privilegiará en todo momento, aun para las enfermedades llamadas tropicales como la malaria, fiebre amarilla y tripanosomiasis, el programa de investigación iniciado por Pasteur y Koch. Es esta diferencia teórica y epistemiológica, con un fuerte efecto a nivel de la selección de las medidas de profilaxis empleadas por ambos países, la que nos interesa analizar aquí. Estas diferencias generaron importantes controversias científicas entre ambos países cada vez que se intentaron establecer medidas internacionales de prevención, como se aprecia en la lectura de los Anales de los primeros Congresos Médicos Latinoamericanos.4
Durante la década de 1890, Argentina desarrollará su plan de reorganización urbana y de control de las viviendas y enfermedades populares como la sífilis y la tuberculosis. Durante los años siguientes las preocupaciones de los investigadores argentinos estarán centradas en la construcción de laboratorios y de un Instituto de Bacteriología. Estos estudios bacteriológicos permitirían garantizar la continuidad de los trabajos realizados por los higienistas clásicos Guillermo Rawson5 y Eduardo Wilde6 y dotarlos de legitimidad científica. Los nuevos higienistas de las primeras décadas del siglo XX, entre los cuales figuran principalmente los nombres de Emilio Coni7 y José Penna,8 perfeccionarán y profundizarán los estudios estadísticos y centrarán toda su confianza en los avances y descubrimientos de la microbiología. En lo que se refiere a los estudios cuantitativos, los investigadores argentinos del siglo XIX poseen un lugar destacado en los congresos médicos internacionales de Filadelfia (1876) y París (1878). Rawson participó del Congreso de Demografía de París, presentando su estudio sobre "Estadística vital de Buenos Aires". Estos estudios tendrán su continuidad a inicios del siglo XX con Emilio Coni y con la creación de la Sociedad Estadística Argentina.
Pero Coni, a diferencia de Rawson, aliará con los estudios estadísticos las investigaciones microbiológicas. La consigna era aislar y descubrir nuevos microbios, crear vacunas y sueros específicos y dar continuidad a las medidas clásicas de desinfección, saneamiento y reorganización urbana que se vieron legitimadas y reforzadas con los estudios de la microbiología. Buenos Aires figuraba entonces como un modelo de ciudad higiénica que debía ser seguido por las otras capitales latinoamericanas. Una ciudad comparable a París, Londres o Nueva York, se dirá. Y en consecuencia se creerá, erróneamente, que los problemas sanitarios del país eran idénticos a los problemas sanitarios de las grandes metrópolis de clima templado.
La preocupación de estos higienistas estaba centrada en las enfermedades derivadas de los hacinamientos populares y de las condiciones de vida de un proletariado escasamente instruido, y se concentraban, fundamentalmente, en esa tríada que preocupaba tanto a los higienistas clásicos prepasteurianos como a los nuevos higienistas aliados a los estudios microbiológicos: tuberculosis, sífilis, alcoholismo. Pero Argentina no se reducía a una Buenos Aires saneada, existían entonces, como existen hoy, ciudades del interior extremadamente pobres y permanentemente amenazas por las enfermedades propias de climas cálidos. Por otra parte, la enfermedad más temida en la capital era la fiebre amarilla, que se encuadraba dentro de la categoría de enfermedad tropical. Sin embargo, y aun cuando existieron en Argentina dos dramáticas epidemias durante 1871 y 1890, las enfermedades transmitidas por vectores continuaron siendo estudiadas con las mismas estrategias que cualquier otra enfermedad infecciosa, fuera de transmisión directa hombre a hombre, de transmisión indirecta por los canales clásicamente aceptados: agua, aire o ropas infectadas. Hasta 1916 la alianza establecida entre las medidas de saneamiento y desinfección propuestas por la higiene clásica y los avances de los estudios microbiológicos con sus vacunas y sueros parecía bastar para dar respuesta a todos los problemas sanitarios que pudieran presentarse en el país.
Brasil, por su parte, tendrá a partir de 1903 el mayor centro de estudios bacteriológicos existente en Latinoamérica. El Instituto Soroterápico Federal de Manguinhos fue creado en 1900 en Río de Janeiro con el objetivo específico y limitado de crear vacunas y sueros para combatir una de las dos epidemias que entonces amenazaban al país: la pandemia mundial de peste que se había iniciado en el extremo Oriente en 1894, y que en 1899 hacia su aparición en la ciudad portuaria de Santos. El bacteriologista jefe era un joven científico, llamado Oswaldo Cruz, recién venido del Instituto Pateur y que llegaba recomendado por Emile Roux. Cuando fue nombrado director hizo público su descontento por lo limitado de su trabajo como productor de sueros.
Pero en 1906, después del éxito de las campañas sanitarias contra la fiebre amarilla por él dirigidas en carácter de director del Departamento Federal de Salud Pública, finalmente consiguió ampliar las limitadas tareas de su Instituto, que a partir de entonces pasaría a ser llamado Instituto de Patología Experimental de Manguinhos y que dos años más tarde sería llamado Instituto Oswaldo Cruz. Este centro debía ocuparse, fundamentalmente, de realizar estudios de sueros y vacunas, pero también de crear programas de investigación y profilaxis de las tres grandes epidemias que entonces preocupaban a Brasil: fiebre amarilla, peste y viruela. Dos de esas epidemias son transmitidas por vectores y exigen protocolos de investigación diferenciados y estrategias profilácticas específicas de combate y control de vectores, ratas, pulgas y mosquitos. Una cuarta epidemia, ya no urbana sino rural, se agregará a esa lista a partir de 1909, es la tripanosomiasis americana o enfermedad de Chagas, también incluida entre las enfermedades transmitidas por vectores, en este caso por la llamada vinchuca o "barbeiro".
A través del análisis de documentos de la época parece evidenciarse que aún cuando las epidemias que amenazaban a las poblaciones argentinas y brasileñas eran más o menos idénticas –no sólo viruela y tuberculosis sino también fiebre amarilla, peste, paludismo, mal de Chagas– las estrategias de investigación y de control edificadas por cada uno de esos países resultaron completamente diferentes.
En el caso argentino se privilegió la producción de vacunas y su alianza con las medidas de limpieza y saneamiento; en el caso de Brasil, esas medidas se complementaron con otros estudios que ya no eran exclusivamente de laboratorio. El reconocimiento de los posibles vectores exigía estudios de historia natural y de entomología que posibilitaran la clasificación, sistematización y localización de los artrópodos. Destacamos los trabajos realizados por Oswaldo Cruz,9 Carlos Chagas,10 Adolpho Lutz.11 Para comprender estas diferencias resulta indispensable analizar su vinculación con la microbiología heredera de Pasteur y de Koch, los estudios microbiológicos desarrollados por los pasteurianos en las colonias de Africa y Asia y la medicina tropical fundada por Manson.
De la microbiología a la medicina tropical
En el caso del Instituto Pasteur la preocupación por las enfermedades tropicales y el hecho de que impidieran el establecimiento de europeos blancos en las colonias francesas impulsó la creación de los institutos de ultramar. En 1894 es creado el primer Instituto Pasteur de ultramar en Argelia; entre 1905 y 1912 el Instituto Pasteur organiza varias "misiones de estudio sobre la enfermedad del sueño en Africa occidental y en Africa Ecuatorial Francesa";12 en 1894 Roux envía a Yersin a Hong Kong para estudiar la peste; en 1897 se crea el Instituto Pasteur de Saigón; en ese período se sucedieron, en fin, diversos institutos de ultramar que fueron creados en China, Indochina y Africa.13
La misión de estos institutos era clara: "exportar" el conocimiento de los laboratorios metropolitanos, fundar laboratorios de bacteriología y "formar una nueva generación de bacteriólogos autóctonos".14 La primera evidencia que dejará este encuentro entre la bacteriología y los trópicos, generalmente mediado por médicos militares, puede resumirse en esta afirmación de Dozon: "Mientras esta conjunción se hacía más precisa [...] numerosas enfermedades, particularmente la enfermedad del sueño, no se dejaban reducir a los protocolos experimentales y a las ideas pasteurianas".15 Muchas ofrecieron serias resistencias tanto a la especificación del agente causal como a la producción de vacunas y sueros. Para la enfermedad de Chagas o la enfermedad del sueño, estas resistencias se mantienen aun hoy, dada la inexistencia de vacunas.
La lectura de Tropical Disease parece evidenciar que la preocupación de Manson16 no era exactamente la misma. Ambos institutos compartían el objetivo de hacer de los trópicos un espacio saludable y habitable para el hombre blanco. Pero ambos trazaron caminos de investigación e imaginaron estrategias de intervención diferentes. Para Manson, muchas enfermedades tropicales eran parasitarias y dependían de complejas cadenas de transmisión que involucraban huéspedes intermediarios vivos.
Recordemos que la preocupación por las enfermedades de los climas cálidos no era nueva. David Arnold,17 al analizar la emergencia de la medicina tropical, muestra sus diferencias con las antiguas ideas referidas a las enfermedades de climas tórridos. Durante el siglo XVIII e inicios del XIX los médicos europeos se aproximaron a la amenaza representada por las enfermedades de las colonias resaltando la falta de salubridad del suelo, las altas temperaturas que favorecían una rápida putrefacción de los residuos orgánicos, la diversidad y variedad de animales y vegetales por ellos desconocidos, y el peculiar modo de vida de las comunidades nativas; hacia fines del siglo XIX esta preocupación se transformará dando lugar a los estudios de medicina tropical que se inician con la filariasis y que encontrarán su modelo explicativo en la malaria.
Este programa de investigación posee ciertas características peculiares, aquí la amenaza representada por los predadores y el conocimiento de la biogeografía desplazan en importancia al clima y a la preocupación por el "aclimatacionismo". Desde una perspectiva próxima al darwinismo, Manson18 dirá que "cuanto más aprendemos sobre las enfermedades tropicales, menos importante nos acaba pareciendo la temperatura per se como agente patogénico directo y como explicación de su distribución geográfica", y en contrapartida, "más importante deviene la influencia de la fauna tropical". Este programa exige no sólo poder diferenciar el estudio de la microbiología de los estudios provenientes de la historia natural, "ser un naturalista antes que un bacteriólogo o un médico";19 exige privilegiar los estudios de biogeografía por sobre las preocupaciones aclimatacionistas, dado el papel causal secundario o indirecto del clima.
A manera de conclusión
Digamos, por fin, que para poder comprender la distancia que separa a los investigadores argentinos y brasileños de inicios de siglo pasado que se dedicaron al estudio de enfermedades como la fiebre amarilla o la enfermedad de Chagas, debemos detenernos a analizar dos programas de investigación que conviven en un mismo momento histórico. Un programa de investigación propio de los pasteurianos de ultramar que daba continuidad a los exitosos estudios microbiológicos realizados hasta entonces y otro programa de investigación que suponía que las enfermedades tropicales indicaban un tipo peculiar de articulación entre los seres y que incluye seres humanos, insectos, parásitos y microorganismos. Este programa requiere una detenida observación del ciclo evolutivo y reproductivo de los seres vivos, una cuidadosa descripción de sus encadenamientos y alianzas. Así, la observación de dos modelos diferentes de estudio en América Latina nos exigió profundizar la distinción entre los programas de investigación propios del Instituto Pasteur de Ultramar y The London School of Tropical Medicine.20 Actualmente, el proyecto de investigación iniciado con los estudios médicos de Brasil y Argentina continúa con el estudio de los documentos existentes en el Instituto Pasteur, particularmente en los archivos de la Societé de Pathologie Exotique. Entre esos documentos fueron seleccionamos aquellos referidos al estudio de la fiebre amarilla y la malaria en América Latina y particularmente aquellos que nos permiten analizar las continuidades y diferencias existentes entre los estudios de tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) y de la tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño). A partir de la lectura de estos documentos parece evidenciarse cierta dificultad existente entre la comunidad científica de los pasteurianos de ultramar para integrar a sus investigaciones elementos ajenos a la tradición epistemológica iniciada por Pasteur.
Son pocas las observaciones del modo de distribución de especies y de vectores que pueden ser transmisoras de enfermedades tropicales. Contrariamente, los laboratorios de ultramar centraron sus estudios en los protocolos clásicos, aislar microbios, cultivarlos, atenuarlos, producir vacunas o sueros. La analogía con el modo en que los investigadores argentinos se enfrentaron con las enfermedades tropicales parece clara. Hasta 1916, fecha de publicación de "El paludismo" de Pena y Barbieri,21 todas las enfermedades tendían a ser explicadas por protocolos pasteurianos clásicos. Los canales de transmisión se reducían a los conocidos: agua, aire, ropas. Los estudios dedicados a la entomología médica fueron limitados y, en muchos casos, tal como en la enfermedad de Chagas, parecían existir resistencias que limitaban las posibilidades de realizar investigaciones relativas a esas enfermedades que precisan vectores para poder transmitirse.
La autora no manifiesta conflictos.
Bibliografía del artículo
  1. Moulin AM. "Les germed d\'une nouvelle médecine". En Les Sciences d\'Europe s\'imposent au monde. Les Cahiers de Acience et vie. Nro 50. Paris. Ed. Excelsior. 1999:76.
  2. Stepan N. Gênese e Evolução da ciência Brasileira. Rio de Janeiro. Artenova. 1976:78.
  3. Caponi S. Trópicos, Microbios y Vectores. Rev. História Ciencia e Saúde- Manguinhos. Vol. 9, Suplemento, Rio de Janeiro 2002: 111-139.
  4. Anales del II Congreso Medico Latino Americano (1904). Buenos Aires. Sesiones del 8 y 9 de abril. Anales del III Congreso Médico Latino Americano (1907) Montevideo. Anales del V Congreso Medico Latino-Americano (1913) Lima.
  5. Rawson G. Escritos y discursos (coleccionados por A. Martínez) 2 Vol. Buenos Aires. Ed. Ceylan , 1891.
  6. Wilde E. Curso de higiene pública. Buenos Aires. Biblioteca Médica Argentina 1885.
  7. Coni E. Memorias de un médico higienista. Buenos Aires, Biblioteca Médica Argentina. 1918.
  8. Penna J. "El microbio y el mosquito en la patogenia y transmisión de la fiebre amarilla" En: Anales del II Congreso Medico Latino-Americano. Buenos Aires. 1904:277-327.
  9. Cruz O. Contribuição ao estudo da microbiología tropical. Brazil-Medico. Rio de Janeiro, V8 n.37. 1894: .292-293.
  10. Chagas C. Coletánea de Trabalhos Científicos. Brasilia. Ed. Da Universidade de Brasilia. 1981.
  11. Lutz A. Reminiscencias sobre a febre amarella no estado de São Paulo. Memórias do Instituto Oswaldo Cruz, T. XXIV faz.3. Rio de Janeiro. Ed. FIOCRUZ. 1930: 127-142.
  12. Dozon JP. Pasteurisme, médecine militar et colonisation de Afrique noire. En Michel Morange (org) L\'Institut Pasteur: contributions à son histoire. París. Ed. La decouverte. 1991:.272.
  13. Löwy I. La mission del Institut Pasteur à Rio de Janeiro:1901-1905. En Morange, M. (org) (1991) L\'Institut Pasteur: contributions à son histoire. París. Ed. La decouverte. 1991: 282.
  14. Löwy I. "La mission del Institut Pasteur à Rio de Janeiro:1901-1905". En Morange, M. (org)(1991) L\'Institut Pasteur: contributions à son histoire. París. Ed. La decouverte. 1991: 283.
  15. Dozon JP "Pasteurisme, médecine militar et colonisation de Afrique noire". En Michel Morange (org) L\'Institut Pasteur: contributions à son histoire. París. Ed. La decouverte. 1991: 271.
  16. Manson P. Tropical Diseases. London, Cassell and Company. 1898.
  17. Arnold D. Warm Climates and Western Medicine: The emergence of Tropical Medicine. Atlanta, Ed. Rodopi. 1996.
  18. Manson P. Tropical Diseases. London, Cassell and Company. 1898: xv.
  19. Manson P. Tropical Diseases. London, Cassell and Company 1898: xvi
  20. Caponi S. Coordenadas Epistemológicas de la medicina tropical. Rev. História Ciencia e Saúde- Manguinhos. Vol. 10, nro 1, Rio de Janeiro 2003.
  21. Penna JY, Barbieri A. El Paludismo y su Profilaxis en Argentina. Editora del Departamento Nacional de Higiene. Buenos Aires, 1916.

© Está  expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los  contenidos de la Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC) S.A. sin  previo y expreso consentimiento de SIIC
anterior.gif (1015 bytes)

Bienvenidos a siicsalud
Acerca de SIIC Estructura de SIIC


Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC)
Mensajes a SIIC

Copyright siicsalud© 1997-2024, Sociedad Iberoamericana de Información Científica(SIIC)