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Se realiza un estudio comparativo con muestras adolescentes: 50 pacientes anoréxicas, tipo restrictivo, 50 pacientes deprimidas y 50 no pacientes como grupo de control, de edades comprendidas entre 13 y 16 años. Se evalúa su personalidad con el test Rorschach, utilizado básicamente como test perceptual-cognitivo, siguiendo el Sistema Comprehensivo de Exner (1986, 2003); se recoge la información estructural del protocolo, básicamente cuantitativa, para posibilitar un ulterior tratamiento informático/estadístico de los datos (análisis de varianza, chi-cuadrado, análisis discriminante, validez interpuntuadores).
En el área del Funcionamiento Cognitivo se comprueba que la forma en que estas adolescentes registran la información que procede de su entorno (Procesamiento) y la traducción a otros códigos que realizan de esta información procesada (Mediación), es bastante similar en los tres grupos evaluados. Sin embargo, el modo en que esta información es posteriormente conceptualizada, la forma en que se elaboran y construyen nuevos conceptos (Ideación), es significativamente distinta en las pacientes anoréxicas.
Estas adolescentes anoréxicas utilizan la reflexión deliberada en gran medida, aunque de forma rígida. Su pensamiento, habitualmente bien ajustado, presenta ocasionales ideas erróneas que pueden llegar a tener características similares a las operaciones de tipo delirante. Es un pensamiento muy pasivo, que las hace más vulnerables a la aceptación de ideas sin someterlas a ningún tipo de crítica, y que resulta muy poco eficaz, pues da vueltas a las ideas sin buscar soluciones, entrando en una especie de rumiación en cortocircuito que mantiene ocupado al sujeto, pero de forma totalmente improductiva. Aunque esta forma de pensar puede manifestarse en la clínica con una apariencia obsesiva, ni la forma de procesar la información ni la forma de codificarla corresponden al funcionamiento cognitivo obsesivo.
Sobre la base de estos resultados podemos entender que estas adolescentes, que están en un período evolutivo de grandes cambios y desorientaciones en relación con la propia imagen, ante algún acontecimiento vital, y a partir de cierta vulnerabilidad biológica, debido a las alteraciones de su ideación acepten sin crítica ideas irracionales dominantes en nuestra cultura, en la que la delgadez aparece como modelo único, compendio de inteligencia, belleza y éxito, quedando atrapadas en este tipo de ideas, de las que no pueden salir ni hacer crítica aunque razonen adecuadamente en otros temas, refugiándose en una imagen totalmente fantaseada que se convierte en el eje de sus intereses. Los recursos que poseen para decidir conductas y llevarlas a término deliberadamente y su escasa tendencia a la introspección posibilitan que su decisión de no comer, basada en reflexiones distorsionadas y aceptadas pasivamente, tenga gran fuerza y, por ello, sea tan difícil de modificar.
Las implicaciones prácticas que se derivan tienen una doble vertiente: a) al diseñar un plan de intervención terapéutica global, deberá incluirse una parte de éste encaminada a modificar esta ideación, para lo cual la reestructuración cognitiva parece ser una estrategia idónea; b) en el tema de prevención, según estos resultados, sería importante, desde sectores como el educativo, enseñar a nuestros adolescentes a resolver problemas, tomar decisiones, desarrollar su capacidad crítica y conductas asertivas, etc., para dotarlas de recursos psicológicos suficientes que las capaciten para afrontar de forma adecuada las dificultades que les plantea un entorno que cada vez se torna más complejo, sin recurrir a respuestas inadecuadas o claramente patológicas.