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El desarrollo de modelos experimentales de dolor para el estudio de los mecanismos nociceptivos se centra en el empleo de animales anestesiados, pero resulta evidente la necesidad de llevar a cabo estudios sobre modelos humanos. En trabajos anteriores, nuestro grup desarrolló un modelo a partir de estímulos eléctricos, aplicados en zonas localizadas del tracto digestivo. Por medio de esa metodología indujimos procesos dolorosos en el esófago, el intestino y el estómago.En los primeros experimentos habíamos empleado un estimulador, que tenía electrodos de plata montados sobre un catéter intraluminal. El dispositivo era introducido a ciegas dentro del esófago, o mediante anastomosis en pacientes con ileostomía o sigmoideostomía; los electrodos eran presionados contra la mucosa. En un modelo más nuevo, el estimulador fue integrado a las pinzas de biopsia, y utilizado durante la realización de gastroscopia o colonoscopia. Esta última metodología ofrece la ventaja de la inspección visual de la mucosa durante la estimulación. El estímulo eléctrico fue liberado en una sola vez, en forma repetida (cinco dosis de 2 Hz) o continua (durante 120 segundos a 4 Hz). El dolor que se produce consiste en una sensación repentina y desagradable en el pecho o el abdomen. El estímulo eléctrico produce la despolarización de todos los nervios aferentes en el área involucrada. Aun siendo debido a una estimulación inespecífica, el dispositivo permite el estudio de distintos aspectos importantes de la fisiología nociceptiva.Con este modelo, hemos comprobado que la intensidad del dolor es proporcional a la intensidad del estímulo, y que el umbral doloroso es menor con la estimulación repetida que con la única. Este último hallazgo demuestra la importancia de la sumatoria de percepciones dolorosas abdominales, y se encuentra en concordancia con las observaciones clínicas que indican que un estímulo aislado, como un corte o quemadura en el intestino, puede resultar indoloro. Por otra parte, la estimulación dolorosa continua es un proceso que no permite predecir la zona cutánea que experimentará dolor, en función de la intensidad o el sitio de estimulación. En ese sentido, la plasticidad del sistema nervioso entérico produce como consecuencia una percepción dolorosa, diferente en intensidad y localización, en distintos pacientes estimulados en idéntica área del intestino. Esta metodología permite evaluar también las vías nerviosas durante el estímulo nociceptivo. En conclusión, estimamos que el modelo descripto resulta seguro y constituye un complemento importante para el estudio del dolor visceral en los seres humanos.