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Factores de riesgo y prevalencia de la fatiga en adultos con enfermedad inflamatoria intestinal
Clinical Gastroenterology and Hepatology; Calgary, Canadá, 19 Abril 2022

Los trastornos inflamatorios crónicos recurrentes y remitentes del tracto gastrointestinal, enfatizan la importancia de esfuerzos adicionales para controlar la fatiga con el fin de mejorar la atención y la calidad de vida de los pacientes adultos con enfermedades inflamatorias del intestino (EII), incluidas la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.

El artículo revisión será publicado el 1 de mayo en la versión impresa de la revista Clinical Gastroenterology and Hepatology*.
Sus autores  consideran que el estudio representa la mayor revisión sistemática y el único metanálisis con estimaciones a escala mundial de prevalencia de la fatiga motivadas por la EII.
La búsqueda de información comprendió 4524 estudios, de los cuales 20 se incluyeron en la investigación.

La mayoría de los trabajos que analizan fueron editados en los últimos 5 años, detalle éste que para los investigadores indica un interés creciente por el estudio de la fatiga en el contexto de la EII.

La prevalencia general combinada de fatiga en la EII fue alta (47 %) con estimaciones específicas del estudio que oscilaron entre el 24 % y el 87 %.
En comparación, se ha encontrado que una muestra de individuos sanos ofrece una prevalencia de fatiga de solo el 5%. Sin embargo, los niveles en la EII se asemejan a los de enfermedades crónicas como el síndrome de fatiga crónica, artritis reumatoidea, enfermedad del higado y síndrome del intestino irritable.

Una revisión reciente de la prevalencia de fatiga en más de 71 500 sobrevivientes de cáncer encontró que aproximadamente el 50 % reportó fatiga; es decir, los pacientes con EII informan una prevalencia de fatiga similar a la de los sobrevivientes de cáncer.

La heterogeneidad entre estudios también se explicó parcialmente por el estado de la enfermedad. Los pacientes con enfermedad activa tenían una prevalencia combinada de fatiga del 72 %, mientras los que estaban en remisión tenían una prevalencia combinada del 47 %.
Estos datos coinciden con los hallazgos de una revisión sistemática anterior donde la prevalencia de fatiga fue mayor en pacientes con enfermedad activa (84 %) en comparación con aquellos en remisión clínica (41 %–48 %).

El hecho de que el 47 % de los pacientes experimenten fatiga durante la remisión de la enfermedad sugiere que la enfermedad no es el único predictor de fatiga en la EII.

Los autores advierten que muchos estudios no tienen en cuenta variables de confusión importantes al informar estimaciones de prevalencia de fatiga.
Otros factores que contribuyen a ella en pacientes con EII pueden incluir anemia, deficiencia de hierro, infecciones, terapias farmacológicas, comorbilidades (p. ej., síndrome del intestino irritable, fibromialgia, síndrome de dolor crónico), desnutrición, deficiencia de nutrientes y deshidratación, comportamiento sedentario, trastornos del sueño y psicológicos, comorbilidad y particularmente depresión.

Los factores de riesgo de fatiga más informados incluyen trastornos del sueño, ansiedad, depresión y anemia.

La alteración del sueño, la ansiedad y la depresión en estos estudios se asociaron o correlacionaron con frecuencia con la fatiga.

A pesar de los frecuentes factores de riesgo señalados con anterioridad, varió la notificación. La prevalencia con EII fue similar a la de la población general fatigada, con la excepción de la anemia que fue inesperadamente más alta en la población general.
La etiología de la anemia varía en la EII más aún en comparación con la población general y puede incluir: anemias nutricionales (p. ej., B12, folato, deficiencia de hierro), pérdida crónica de sangre y anemia por enfermedad crónica.

Las personas con EII también experimentan a lo largo de la vida comorbilidades significativas de salud mental con tasas de diagnóstico del 30 % para ansiedad, 40 % para depresión y 48,1 % para mala calidad de vida.

Si bien se desconocen los efectos del tratamiento de la depresión y la ansiedad sobre la fatiga en la EII, su alta prevalencia justifica la detección sistemática en la práctica clínica.

No se ha estudiado adecuadamente en la EII la prevalencia de factores de riesgo importantes relacionados con la fatiga como por ejemplo la desnutrición, la obesidad, las restricciones dietéticas y la actividad física,.

Con frecuencia, la desnutrición que afecta entre el 20 % y el 85 % de los pacientes no se reconoce como una posible complicación de la EII.

El agotamiento de las reservas de grasa y músculo y las deficiencias de micronutrientes se asocio con la fatiga en la población general, pero los datos sobre la EII son limitados y aún deben completarse los estudios que exploran los efectos de la intervención nutricional en la EII sobre los resultados de la fatiga.

Los niveles más altos de actividad física también se asociaron con niveles más bajos de fatiga física y mental, así como un mayor tiempo sentado durante el día se vinculó con puntajes más altos en el Multidimensional Fatigue Inventory (Inventario de Fatiga Multidimensional).

Una intervención de ejercicio dedicada en 2 ensayos controlados aleatorios demostró mejores registros de fatiga, identificando una oportunidad terapéutica.

La fatiga en la EII se ha asociado con alta discapacidad, mala calidad de vida y disminución de la función física, con impacto en la productividad laboral y, particularmente, en su carga económica.

Los autores destacan que sus hallazgos sobre el impacto de la fatiga en los resultados de los pacientes que evalúan están alineados con los vinculados a discapacidad y deterioro de la calidad de vida de otros estudios.

La productividad reducida en el trabajo entre los pacientes con EII es muy común. Un estudio poblacional canadiense encontró que más de un tercio de quienes viven con EII informan presentismo asociado con discapacidad, menor calidad de vida y angustia emocional.
Una encuesta nacional realizada en Francia descubrió que la fatiga es el síntoma más incapacitante en el trabajo, con presencia en el 41 % de los pacientes con EII.

Una revisión sistemática reciente de 11 estudios destacó que la calidad de vida relacionada con la salud también es afectada en pacientes con EII, lo que afecta su funcionamiento físico y psicosocial, el desempeño de roles, la salud mental y las percepciones generales de salud.

Se necesita una mayor exploración del impacto de la fatiga en la calidad de vida para comprender mejor las experiencias de los pacientes y desarrollar intervenciones destinadas a controlar la fatiga relacionada con la EII.

La evaluación de los factores de riesgo de la fatiga es un primer paso importante  para comprender y abordar los factores de riesgo que desencadena en la práctica clínica. La investigación nivelaría mejor a los profesionales de la salud no solo para identificar a los pacientes con fatiga, sino también para aplicar intervenciones específicas y controlarla.

Abordar la fatiga también comienza con la conciencia y evaluación del médico. Se deben realizar esfuerzos multidisciplinarios para analizar de manera consistente los niveles de fatiga y sus factores de riesgo como parte de la atención estándar de pacientes con EII. El artículo señala que deben utilizarse herramientas clínicas validadas que abarquen las dimensiones física y psicológica.

Los esfuerzos para identificar los factores de riesgo de fatiga modificables son importantes para aliviar sus efectos punitivos; la indiferencia no es una acción aceptable.

Hasta que se disponga de más datos, los autores proponen la adopción del siguiente enfoque para el tratamiento de la fatiga en la EII:
(1) inducción y mantenimiento de la remisión clínica y endoscópica de la enfermedad mediante enfoques estándar (más allá del alcance de esta revisión),
(2) detección de depresión y ansiedad,
(3) detección y evaluación del riesgo de desnutrición,
(4) evaluación de micronutrientes,
(5) evaluación del tiempo sedentario y la actividad física,
(6) evaluación de los trastornos del sueño y la calidad del sueño,
(7) evaluación y tratamiento de la anemia. Actividad física, yoga y atención plena tendientes a mejorar el estado de ánimo, los trastornos del sueño y el dolor.

El tratamiento de la desnutrición de optimización dietética y los probióticos también se han propuesto como posibles terapias para la fatiga, dado el papel potencial del microbioma en la mediación de la fatiga y los síntomas psicológicos en la EII.



* Clinical Gastroenterology and Hepatology
Prevalence and Risk Factors for Fatigue in Adults With Inflammatory Bowel Disease: A Systematic Review With Meta-Analysis
Adrijana D’Silva, Danielle E. Fox, Yasmin Nasser, Robert R. Quinn, Paul E. Ronksley, Maitreyi Raman

Versión on line: 30 de Junio, 2021
Versión final impresa: 1 de Mayo, 2022
DOI:https://doi.org/10.1016/j.cgh.2021.06.034