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Introducción
Las mujeres que tienen dificultades para concebir ven afectada su esfera psicológica. El diagnóstico de infertilidad y los tratamientos de fertilidad son factores estresantes graves que producen angustia psicológica significativa y respuestas emocionales, como ira, depresión, ansiedad, sentimientos de inutilidad, pérdida de control, aislamiento social, entre otros. Todas estas reacciones pueden exacerbarse durante la pandemia de la enfermedad por coronavirus-19 (COVID-19) que comenzó a fines de diciembre de 2019 en China.
La rápida diseminación y la tasa de infección exponencial del nuevo coronavirus,llevaron a la implementación de medidas de emergencia a nivel mundial, como la higiene personal, el distanciamiento y la imposición de cuarentenas, para mitigar el riesgo de la población general, incluidos pacientes y proveedores de atención médica. En algunos países, a fin de apoyar las medidas públicas actuales y conservar los recursos médicos para cuidados intensivos y asistencia respiratoria, se suspendieron todos los procedimientos médicos electivos y no urgentes, incluidos los de medicina reproductiva.
El 17 de marzo de 2020, la American SocietyforReproductive Medicine (ASRM) publicó unas directrices, seguidas unos días después por la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), en las que recomendaban la suspensión del inicio de todos los nuevos ciclos de tratamiento, excluyendo los tratamientos urgentes de criopreservaciónpre-gonadotóxica. En caso de tratamientos en curso, los ciclos podrían continuar con una recomendación de criopreservación de embriones. Igualmente, se comunicó el desconocimiento de los riesgos fetales y maternos por COVID-19 durante el embarazo.
Los tratamientos de fertilidad se suspendieron de forma abrupta, dejando a las mujeres con niveles elevados de incertidumbre, angustia y pérdida de control sobre el futuro. Evidencia reciente demuestra que el cierre de la clínica de fertilidad durante la pandemia de COVID-19 se asoció con un fuerte aumento en la prevalencia de ansiedad y depresión entre las pacientes sometidas a tratamientos de fertilidad.
El objetivo del presente estudio fue describir las actitudes, percepciones y angustia emocional de los pacientes de fertilidad, luego de la suspensión de los tratamientos de infertilidad durante la pandemia de COVID-19.
Metodología
El presente estudio se basó en un cuestionario transversal realizado en la unidad de Fertilización In Vitro del Centro Médico Shamir, un hospital de tercer nivel israelí. A partir del 22 de marzo de 2020, según lineamientos internacionales y nacionales,se recomendó a todas las pacientes en medio del tratamiento de fertilidad en curso que evitaran la transferencia de embriones.
La encuesta se distribuyó a un total de 297 pacientes por correo electrónico y la recopilación de datos finalizó el 18 de abril de 2020. El cuestionario incluía:
· Preguntas que abordaron los antecedentes de los participantes (edad, estado civil, paridad, religión y nivel económico) y antecedentes de infertilidad (diagnóstico y duración del tratamiento).
· Ítems relacionados con la ansiedad frente a la COVID-19, que generaron dos puntuaciones. Para la "puntuación de ansiedad por contagio de COVID-19", se pidió a las participantes que calificaran el nivel de ansiedad de estar infectadas por COVID-19, o si un miembro de la familia estaba infectado por COVID-19 y la ansiedad que producía ir auna clínica u hospital para un examen en tiempos de pandemia. Las respuestas se marcaron en una escala del 1 (muy bajo) al 5 (muy alto). Para el "puntaje de apoyo social percibido", se preguntó acerca de las percepciones del apoyo social de familiares y amigos durante la pandemia.
· Percepciones de las nuevas directrices y descripción de las emociones tras la suspensión del tratamiento de fertilidad.
· Evaluación de dos escalas: el 'Mental HealthInventory-Short Form' (MHI-5) compuesto por cinco ítems relacionados con el bienestar y la angustia de la participante durante la semana previa al cuestionario y la 'Self-MasteryScale', un cuestionario de 7 ítems queevalúa el sentido de control del participante sobre su vida.
El análisis estadístico resumió las variables categóricas con recuentos y porcentajes y las medidas continuas con recuentos, media, desviación estándar (DE), mínimo y máximo. Se calcularon una serie de pruebas F y pruebas v2 para examinar las diferencias en los antecedentes del estudio y las variables relacionadas con COVID-19 según si las participantes creían que la decisión de suspender el tratamiento estaba justificada y si deseaban renovar los tratamientos. Las correlaciones de Pearson se calcularon entre las variables independientes del estudio y el malestar psicológico de las mujeres.
Resultados
Del total de mujeres encuestadas, 168 completaron el cuestionario (57%). La edad media de las participantes fue de 37 años, siendo una cuarta parte solteras y más de la mitad nulíparas. La mayoría de los participantes informaron un ingreso económico promedio. La mitad de las mujeres encuestadas creía que la decisión de suspender todos los tratamientos debido a la pandemia estaba justificada, siendo la principal razón citada para el cese del tratamiento, la preocupación por la salud de las pacientes (31%) y en segundo plano la incertidumbre con respecto a los riesgos de la infección por COVID-19 en el desarrollo del embrión y el embarazo (28%). Las pruebas comparativas, entre las mujeres que creían que la decisión de suspender el tratamiento estaba justificada y las que no, no mostraron diferencias entre las características personales. La puntuación de ansiedad por contagio de COVID-19 fue más alta entre las mujeres que creían que la decisión de suspender el tratamiento estaba justificada.
Los principales sentimientos informados en respuesta a la suspensión del tratamiento fueron tristeza e impotencia. Una minoría se sintió aliviada. El 72% prefirió reanudar los tratamientos de fertilidad, dada la opción, a pesar de la pandemia de COVID-19 .Aquellas que prefirieron evitar la reanudación del tratamiento lograron una puntuación de ansiedad por contagio de COVID-19 más alta (F = 25,03, p<0.001). El principal motivo para no querer reanudar los tratamientos fue la preocupación de estar infectado (79%).
Los factores asociados con mayor estrés fueron la edad avanzada y la soltería aunque no tuvieron un impacto significativo. Pensar que el suspender el tratamiento no tenía justificación, desear renovar el tratamiento y sentirse impotente, si aumentaron de forma significativa la ansiedad de las mujeres.
Discusión
A pesar del riesgo de infección por COVID-19 la mitad de las pacientes, durante el pico de la pandemia, creían que la decisión de suspender los tratamientos no estaba justificada, y la mayoría optarían por reanudar los tratamientos de fertilidad si se les diera la opción.
Las pacientes menos preocupadas por la infección por COVID-19 tenían más probabilidades de considerar la suspensión como injustificada y de querer reanudar el tratamiento. Las pacientes con infertilidad, que son en su mayoría jóvenes y sanas, no son un grupo de riesgo de complicaciones por COVID-19, lo que podría explicar por qué a la mayoría les hubiera gustado reanudar el tratamiento a pesar del riesgo de infección, lo que sugiere que las percepciones más bajas de susceptibilidad justifican una menor necesidad percibida de prevención.
La cancelación de los ciclos de tratamientos de fertilidad, aún en circunstancias normales, afectan la calidad de vida de las pacientes. Además de la angustia debido a la pandemia, las mujeres enfrentan una enorme carga emocional de cancelación del ciclo por un período de tiempo indefinido. La mayor variabilidad en la angustia depende de los recursos personales como el control sobre la propia vida y el apoyo de familiares y amigos.
El estudio aporta información que puede ayudar a desarrollar herramientas para mejorar el afrontamiento de la situación externa estresante, mediante el fortalecimiento de los recursos personales junto con la intervención sobre los sentimientos de impotencia, independientemente de sus características de origen.
Conclusión
Los autores del estudio evaluaron la reacción de las pacientes de fertilidad obligadas a suspender el tratamiento debido a la pandemia de COVID-19. La mayoría de las mujeres prefirieron reanudar el tratamiento a pesar de los posibles riesgos e incertidumbres. Las pautas de ESHRE publicadas en 2015 muestran que brindar atención psicosocial de rutina tiene el potencial de reducir el estrés y las preocupaciones. Es importante contactar a las pacientes de fertilidad para ofrecer apoyo psicosocial y mejorar la angustia. La información suministrada en el estudio sirve para identificar a las pacientes en riesgo de mayor angustia emocional y ajustar las políticas con respecto a la suspensión del tratamiento en eventos actuales y futuros.