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Introducción
La enfermedad cardiovascular (ECV) ocurre más tempranamente y tiene mayor mortalidad en hombres que en mujeres. Esto podría tener alguna relación con la hormona masculina testosterona, cuya disminución paulatina con la edad se corresponde también al aumento de la prevalencia de ECV. No obstante, la información epidemiológica sobre el riesgo o beneficio de la deficiencia de testosterona es limitada.
Estudios retrospectivos encontraron una relación entre los niveles bajos de testosterona y la mortalidad en varones con ECV y sin ésta, luego de ajustar por otros factores. Sin embargo, en estudios prospectivos, no se pudo determinar una relación lineal entre la testosterona y la mortalidad. Además, se observó que en hombres con testosterona baja el espesor íntima-media carotídeo (EIMC) era mayor, lo cual a su vez se correlaciona con la presencia de ECV.
En este trabajo, los autores analizaron los datos de la cohorte del estudio Atherosclerosis Risk in Communities (ARIC) para determinar la relación entre la testosterona endógena y la aterosclerosis en hombres.
Métodos
El estudio ARIC incluyó a personas de ambos sexos y de todas las etnias de entre 45 y 64 años, entre los años 1987 y 1998, en cuatro comunidades de los Estados Unidos, a lo largo de cuatro visitas. Para la presente investigación los autores evaluaron a los varones de la cuarta visita a quienes se les hubiera medido el EIMC. Se excluyó a los que estaban bajo terapia hormonal y a los que tuvieran ECV al momento del ingreso.
Para medir el nivel de testosterona, se utilizó la técnica de epectrofotometría de masas por cromatografía líquida. Se excluyeron todas las muestras obtenidas después de las 10:30 de la mañana para evitar errores por la variación diurna de la testosterona. Los eventos cardiovasculares y muerte se identificaron en el seguimiento del estudio ARIC, a través de cuestionarios anuales y vigilancia activa. Se registraron además variables demográficas, antropométricas, de laboratorio y clínicas que pudieran ser confundidores potenciales.
Se dividieron los niveles de testosterona en cuartiles, se utilizó la prueba de Cochran-Armitage para evaluar la presencia de tendencias y se usaron modelos de regresión lineal para determinar la relación entre los cuartiles de testosterona y los factores de riesgo cardiovascular. Se utilizaron modelos de regresión logística y lineal para evaluar la relación entre los cuartiles de testosterona y el EIMC como variable continua y dicotómica, respectivamente. Finalmente, con un modelo de riesgos proporcionales se evaluó la asociación de la testosterona con la ECV y la mortalidad. Además, se efectuó una estratificación por edades para evitar el sesgo por supervivencia. Para todos los análisis se consideró como estadísticamente significativo un valor de p < 0.05.
Resultados
Luego de eliminar las muestras duplicadas o que presentaron criterios de exclusión, se analizaron 1558 casos. No se encontró una asociación significativa entre el cuartil de testosterona y la edad, la etnia, el colesterol asociado a lipoproteínas de baja densidad o el uso de estatinas. Los pacientes con menores niveles de testosterona tenían mayor índice de masa corporal (IMC), mayor prevalencia de diabetes e hipertensión, y un menor colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (valor de p para tendencia < 0.001). Además, los individuos con menos testosterona tenían menor probabilidad de ser fumadores (p = 0.002). Luego de ajustar por los factores de riesgo cardiovascular, no se encontró una asociación entre los niveles de testosterona y el EIMC. Tampoco se encontró asociación al convertir el EIMC en una variable categórica (mayor o menor de 1 mm).
Luego de un seguimiento medio de más de 12 años, no se encontró asociación entre el cuartil de concentración de testosterona plasmática y la incidencia de ECV. Tampoco hubo asociación significativa con la mortalidad. Estos resultados se mantuvieron iguales al estratificar por grupos de edades.
Discusión y conclusiones
Este estudio es el primero en investigar de manera transversal y también prospectiva la asociación entre los niveles de testosterona endógena y la aterosclerosis en hombres. Pudo determinarse que la testosterona está relacionada con algunos factores de riesgo cardiovascular, pero no con el EIMC de manera transversal, ni con la incidencia de ECV de manera prospectiva.
La testosterona podría ser menor en los pacientes con diabetes o resistencia a la insulina por la disminución de las globulinas fijadoras de hormonas sexuales, la supresión de las gonadotrofinas hipotalámicas o el aumento de citoquinas inflamatorias. La obesidad, por su parte, podría disminuir el nivel de testosterona por acción de la enzima aromatasa presente en el tejido adiposo. La asociación con la hipertensión y el colesterol de las LDL es más variable, y no se había descripto en estudios previos.
Esta investigación contradice estudios anteriores que habían encontrado una correlación negativa entre la testosterona y el EIMC. Debido a su diseño prospectivo y a la corrección por los factores de riesgo cardiovascular tradicionales, pudo determinarse que no existe asociación entre los niveles de testosterona y la incidencia de ECV ni la mortalidad, a pesar de que varios estudios observacionales habían afirmado lo contrario. Es posible que no exista relación entre la testosterona y la ECV, y se trate sólo de un marcador de la presencia de otras enfermedades y comorbilidades, o que tanto la reducción de la testosterona como la ECV se presenten de manera concurrente con el envejecimiento.
Una limitación del estudio es que se utilizó una determinación única de testosterona, cuando las normativas recomiendan por lo menos dos determinaciones, y que se midió la testosterona total, y no la libre en plasma que es más representativa de su actividad. Además, debido a la baja cantidad de muertes por causa cardiovascular (n = 29), quizás no haya tenido suficiente poder para detectar una asociación significativa con este desenlace.
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