Introducción

Las disfunciones olfativas cualitativas son un efecto secundario frecuente de las enfermedades posvirales y se sabe que afectan la calidad de vida y el estado de salud. Están surgiendo datos de que la pérdida del gusto y el olfato son síntomas prevalentes de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por su sigla en inglés) que pueden surgir y persistir mucho después de la infección inicial. Dado el aumento constante en el número de infecciones por COVID-19 en todo el mundo, hay potencialmente millones de personas que viven con una experiencia sensorial alterada. Sin embargo, se sabe poco sobre su impacto y, a pesar de un mayor reconocimiento de los impactos a largo plazo de la COVID-19, las alteraciones en el gusto, el olfato y la quimiostesis siguen siendo ignoradas incluso por los profesionales de la salud mejor informados. El descuido de nuestros sentidos químicos no es nuevo. Hay pocas intervenciones útiles y una relativa falta de interés en la hedónica alimentaria o en cuestiones relacionadas con la calidad de vida. Como resultado del relativo descuido de la disfunción olfativa y gustativa, y la falta de preocupación en el mundo médico por el impacto emocional de la alteración de la alimentación y las distorsiones del olfato, las personas buscan ayuda y apoyo fuera de los entornos de atención médica.

El objetivo del presente estudio fue documentar el impacto de las alteraciones en el gusto y el olfato posteriores a la COVID-19.

Métodos

Se realizó un análisis temático exploratorio del texto generado por 9000 miembros del grupo de redes sociales AbScent COVID-19 Smell and Taste Loss del 24 de marzo al 30 de septiembre de 2020. La mayoría de los miembros de este grupo eran del Reino Unido (43%) y Estados Unidos (26%) con contribuciones más pequeñas (3% o menos) de Sudáfrica, Filipinas, Suecia, Pakistán, India, Francia, Nigeria, Países Bajos y otros lugares. El uso del sitio por parte de las personas varió y algunos continuaron publicando regularmente actualizaciones de su experiencia de marzo a septiembre, mientras que otros publicaron solo durante el período inicial de su infección, o cuando hubo un nuevo síntoma o un cambio en los síntomas. Todos los miembros tenían 18 años o más. Como se trataba de una investigación exploratoria y novedosa, no se seleccionaron comentarios en función del sexo o el rango de edad.

Resultados

Los participantes informaron dificultades para explicar y manejar el sentido alterado del gusto y el olfato; falta de explicación o apoyo interpersonal y profesional; comer alterado; pérdida de apetito, cambio de peso; pérdida del placer por la comida, la comida y el compromiso social; intimidad alterada y una relación alterada consigo mismo y con los demás. La única constante en el curso de la alteración del olfato y el gusto fue su aparición repentina. Los relatos de los miembros del grupo indicaron confusión y frustración continuas, particularmente dado que otros participantes experimentaron trayectorias bastante diferentes. Como revelan muchas publicaciones, no todos estaban pasando por lo mismo y no siempre al mismo tiempo. Incluso las narrativas que trazaban la recuperación con frecuencia no eran fluidas y sencillas. Para otros, hubo muchos menos cambios y la incertidumbre de la recuperación fue más notoria. Parte del trabajo cognitivo y emocional de aceptar el cambio sensorial fue lo difícil que fue para otros entenderlo. Muchos señalaron que explicar el impacto de la pérdida del olfato y el gusto a sus seres queridos era un tema desafiante. La falta de empatía, comprensión y apoyo de los demás fue una experiencia frecuente. Otros explicaron que ya no mencionan los impactos sensoriales, porque era demasiado difícil de explicar, se sentían culpables al hacerlo, les resultaba demasiado molesto ni siquiera hablar de ellos, o percibían que a nadie le importaba. Esta falta de ayuda y comprensión también fue un problema cuando se trataba de profesionales de la salud. Sin embargo, lo que también quedó claro a lo largo del tiempo es que las personas comenzaron a adaptarse a sus síntomas y formaron un lenguaje para comprenderlos y describirlos a sí mismos y a los demás. Las publicaciones revelaron la pérdida de la alegría y el placer relacionados con la comida y la alegría asociada con la anticipación de la comida.

Conclusiones

Los resultados del presente estudio sugieren que la alteración del gusto y el olfato asociado con la COVID-19 puede conducir a una interrupción importante de la vida diaria que impacta en el bienestar psicológico, la salud física, las relaciones y el sentido del yo. Más específicamente, los participantes informaron impactos relacionados con la reducción del deseo y la capacidad de comer y preparar alimentos; aumento de peso, pérdida de peso e insuficiencia nutricional; el bienestar emocional; práctica profesional; intimidad y vinculación social; y la alteración del sentido de la realidad de las personas y de ellos mismos. Estos hallazgos deberían informar futuras investigaciones y sugerir áreas para las prácticas de capacitación, evaluación y tratamiento de los profesionales de la salud que trabajan con COVID-19 durante mucho tiempo.