En la Argentina, el cáncer de cuello uterino genera 3000 nuevos casos por año y causa anualmente la muerte de más de 2000 mujeres. Esto sucede a pesar de ser una neoplasia totalmente prevenible si se detecta de manera temprana y se tratan las lesiones precursoras. Para reforzar las medidas de prevención, el Ministerio de Salud de la Nación de nuestro país implementó una política de Estado que incorporó al Calendario Nacional de Inmunizaciones, la vacuna contra el papilomavirus humao (VPH) en mayo de 2011, aplicándose desde octubre de ese mismo año de manera gratuita y obligatoria, a todas las niñas de 11 años. La incorporación de la inmunización contra el HPV al Calendario Nacional de Vacunación forma parte de la estrategia sanitaria
nacional para disminuir la incidencia del cáncer de cuello uterino, y tiene como pilares fundamentales la prevención primaria a través de la vacuna y la prevención secundaria a través de la realización de Papanicolaou y colposcopia.
Si bien en nuestro país la incorporación de la mencionada vacuna, amplía la base de derechos en materia sanitaria, haciendo hincapié en la prevención primaria, nuestra misión como agentes primarios de salud es trabajar también a nivel de la prevención secundaria, recordando que la alta cobertura de la citología de rastreo de HPV (Papanicolaou [Pap]) es uno de los componentes más importantes de un programa efectivo de prevención del cáncer de cuello de útero. Con el fin de brindar una herramienta a todos los profesionales de la salud, independientemente de su especialidad, el Ministerio de Salud de la Nación, creó la llamada Guía de intervención breve, un momento para hablar del PAP. Esta propone una secuencia para guiar a la mujer que necesite realizarse la prueba y facilitarle el acceso al Pap, permitiendo que se alcance la meta de cobertura y la reducción de la incidencia y mortalidad por esta enfermedad. El objetivo es detectar a aquellas mujeres de más de 35 años que nunca se han hecho la citología o que se la han hecho hace más de tres años. ¿Por qué en nuestro país se pone como objetivo la detección en las mujeres de entre 35 y 64 años?
En la Argentina, el Pap se lleva a cabo, generalmente, de manera oportunista, cuando la mujer concurre al establecimiento de salud para realizar una consulta ginecológica. Pero está demostrado que el Pap oportunista tiende a concentrarse en mujeres muy jóvenes, que son las que menos riesgo tienen de contraer la enfermedad. El objetivo de esta nueva estrategia es optimizar el tamizaje de manera tal de extenderlo a mujeres de más edad que ya no tienen contacto con los servicios de maternidad o salud reproductiva, pero que sí tienen contacto con los establecimientos de salud, para tratarse por otros problemas o porque acompañan a la consulta que realizan otros miembros de la familia.
La incidencia de cáncer cervicouterino es muy baja entre las mujeres menores de 25 años. Generalmente, ésta comienza a aumentar a partir de esa edad, y alcanza un máximo entre los 50 y 60 años.
Existe suficiente evidencia científica de que el tamizaje de las lesiones precursoras del cáncer cervical entre los 35 y 64 años mediante la citología convencional en un programa de alta calidad reduce la incidencia del cáncer cervical en un 80% o más. Entre las mujeres menores de 35 años el tamizaje tiene menor impacto. La recomendación de la Agencia Internacional de Investigaciones Contra el Cáncer (IARC, por su sigla en inglés), de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es no realzar el tamizaje entre las mujeres de menos de 25 años, ya que la frecuencia de cáncer cervical en mujeres jóvenes es baja, mientras que los costos pueden ser elevados tanto para su salud (debido a la alta prevalencia de lesiones preclínicas en este grupo de edad, muchas de las cuáles van a involucionar espontáneamente), como para el sistema de salud pública. Los posibles efectos adversos del tratamiento (infertilidad, parto prematuro, bajo peso al nacer, mortalidad perinatal) así como las consecuencias psicológicas del tamizaje (ansiedad, angustia), pueden evitarse en las mujeres más jóvenes. Aquellas lesiones que persistan en el tiempo podrán detectarse posteriormente, debido a la historia natural de la enfermedad que muestra una lenta progresión de las células anormales hasta el cáncer (aproximadamente diez años).
Por otra parte, la frecuencia de realización de la citología de rastreo depende de cuestiones ligadas a la efectividad comparativa de cada intervalo de frecuencia y a los recursos disponibles. Un estudio colaborativo llevado a cabo por la IARC en ocho países mostró que con el tamizaje anual se gana poco en eficiencia, en comparación con el tamizaje cada dos o tres años.
La vacuna está ayudando a reducir la incidencia del VPH. Vacunar en la adolescencia significa cuidar el futuro. Esta estrategia no nos debe hacer olvidar la importancia del tamizaje citológico. Con estas dos herramientas estamos trabajando para el futuro y esperamos en unos años ver los resultados que este trabajo produjo a nivel del cáncer de cuello de útero y la salud en la mujer en nuestro país.
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