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ADOLESCENCIA EN DESVENTAJA SOCIAL
(especial para SIIC © Derechos reservados)
Autor:
Estela Arcos
Columnista Experto de SIIC

Artículos publicados por Estela Arcos 
Coautores Lorena Patricia Gallardo Gallardo* Pablo Cesar Maldonado Vargas** 
Académico Matrona. Universidad Austral de Chile*
Estudiante Obstetricia y Puericultura. Universidad Austral de Chile**


Recepción del artículo: 16 de febrero, 2004
Aprobación: 30 de agosto, 2004
Conclusión breve
Estudio que pone de manifiesto la desigualdad e inequidad social a la que están sometidos los adolescentes escolarizados

Resumen

Objetivos: Establecer el perfil biológico, familiar, escolar y laboral de adolescentes escolarizados según sexo; realizar una aproximación al imaginario social, significados y sentido, particular y colectiva, que otorgan los adolescentes a fenómenos sociales de sus contextos específicos de interacción; identificar necesidades sentidas y latentes para el diseño de la intervención. Metodología: Mediciones cuantitativas basadas en entrevistas individuales a estudiantes de enseñanza básica, séptimo y octavo. Se utilizó la encuesta CLAP modificada. Se informaron objetivos del proyecto y se solicitó consentimiento; 191 adolescentes aceptaron la entrevista. Se realizaron entrevistas en profundidad, por demanda espontánea de adolescentes, y entrevistas grupales para conocer especificidades de los contextos de vida. Resultados: Los datos muestran una población de adolescentes de bajo nivel socioeconómico, con problemas escolares, trastornos de aprendizaje, repitencia y deserción escolar. Se infomró liderazgo masculino, prostitución juvenil, homosexualidad, pornografía y abuso sexual; contexto social con violencia social pobreza e incomunicación; embarazos no deseados y abortos, narcotráfico, desigualdad y estereotipos de sexo. Conclusión: Se genera conocimiento sobre patología social de trascendencia para la salud y bienestar de adolescentes escolarizados.

Palabras clave
Adolescencia, medidas cuantitativas y cualitativas, desventajas sociales

Clasificación en siicsalud
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Especialidades
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Enviar correspondencia a:
Estela Arcos Griffiths. Facultad de Medicina, Universidad Austral de Chile, Casilla 567, Valdivia, Chile


Patrocinio y reconocimiento
Patrocinio y financiamiento: Proyecto EXT-19-02 Dirección de Extensión de la Universidad Austral de Chile y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, FPA-05-295. No hubo influencia en el diseño y ejecución del estudio.

ADOLESCENCIA EN DESVENTAJA SOCIAL

(especial para SIIC © Derechos reservados)
Artículo completo
Introducción
La salud física, mental y social es el reflejo de una diversidad de situaciones en las que se combinan desigualdades sociales, carencias económicas, elementos biológicos, creencias, tabúes, tradiciones y prácticas familiares.1 Factores propios del ambiente familiar pueden aumentar el riesgo que corre un niño de tener problemas conductuales o emocionales. La disfunción familiar, la presencia de conflictos entre los padres, la ruptura de la interacción entre padres e hijos y factores que interfieren con la crianza de los hijos ponen en peligro el desarrollo social y emocional del niño.2 También factores vinculados con el proceso educacional han creado una generación con incompetencias para funcionar exitosamente en ambientes escolares y sociales. A menudo, estas deficiencias se manifiestan en riesgos de fracaso educacional, social y ocupacional.3
La tarea de configurar una intervención en adolescentes en desventaja social requirió combinar el uso de herramientas metodológicas para tener la representación del contexto social en que desarrollan sus vidas. Actualmente la aproximación más cercana posible a contextos sociales, en grupos de reconocida vulnerabilidad social, constituye un nudo urgente de abordar en forma integral. Existe consenso de que la construcción de cualquier realidad siempre involucra énfasis temáticos, recortes de la realidad, discriminación de las coherencias e incoherencias e identificación de quiénes hablan y desde dónde hablan. El uso de métodos cuantitativos ha permitido generar una gran cantidad de información y conocimiento sobre la realidad social; sin embargo, esta forma de aproximación no ha resuelto los problemas que afectan a parte importante de la población.4 Lo anterior se debe a que el énfasis se ha puesto más en la comparación de variables e indicadores agregados que representan una realidad incompleta. Reflejo de esto son los resultados presentados por el Ministerio de Planificación y Cooperación, en 1998, en los que la desigualdad se evidencia al comparar la distribución del ingreso, ya que, entre 1990 y 2000 el 10% de los chilenos más ricos pasaron de captar 42.2% de los ingresos totales del país al 42.3%, mientras que el 10% más pobre bajó desde 1.4% a 1.1% en el mismo período. Esto arroja una diferencia de 38.5 veces entre lo que ganan unos y otros.5
Para tener una visión más real de esta situación, se requiere superar el dilema entre lo cuantitativo y lo cualitativo. La inclusión de métodos cualitativos, complementarios a los cuantitativos, amplía la diversidad de ventanas por donde se mira al otro con objetividad y distancia. Permite reconocer y profundizar lo invisible y naturalizado, es decir, ver lo que las cifras duras no permiten ver.6-9 También es necesario desagregar la información desde la perspectiva del género, puesto que el género es una consecuencia de la construcción de un conjunto de roles y valores correspondientes a uno y otro sexo, con una definición histórica y socialmente construida. De esta forma se puede identificar, en la población de escolares adolescentes, aquellos aspectos en que se asemejan y aquellos que los diferencian.6
En esta oportunidad los objetivos planteados fueron: establecer el perfil biológico, familiar, escolar y laboral de adolescentes escolarizados según sexo; realizar una aproximación al imaginario social, significados y sentido que otorga la población estudiada a fenómenos sociales de sus contextos específicos de interacción; e identificar, en un grupo de reconocida vulnerabilidad social, la diversidad y relevancia de necesidades sentidas y latentes para, posteriormente, configurar el diseño de una intervención.
Material y método
Los datos presentados corresponden a un estudio descriptivo transversal, realizado durante 2002, en 205 adolescentes escolarizados de séptimo y octavo año básico, seis cursos, de una escuela municipal urbana, comuna de Valdivia, Chile. Los adolescentes de ambos sexos fueron informados de los objetivos del proyecto, para posteriormente obtener su consentimiento. Aceptaron participar en el proceso 191 adolescentes (93.2%), 45% mujeres y 55% varones. Previo al proceso de recolección de los datos, se obtuvo autorización de la directora del establecimiento, a quien se le entregó una copia del proyecto.
Las mediciones cuantitativas se realizaron a través de la encuesta CLAP (OPS/OMS Historia del adolescente - evolución). De la encuesta original se seleccionaron preguntas relacionadas con antecedentes personales, antecedentes ginecológicos y regulación de fecundidad, historia escolar y laboral, estilos de vida, antecedentes familiares, historia laboral de los padres y sobre salud física, mental y social de la familia. Se agregaron a la encuesta dos preguntas sobre necesidades sentidas de educación extraprogramática curricular y actividades educativas en que participaron. El instrumento fue aplicado en dos oficinas del establecimiento escolar en una entrevista personal. Estudiantes de la carrera de Obstetricia de la Universidad Austral de Chile fueron entrenados para realizar la entrevista. Los datos fueron volcados en planillas formateadas para procesamiento electrónico sobre bases brutas y depuradas. El procesamiento y análisis de la información se realizó en función de la variable sexo. Para el estudio de asociación entre variables se usó prueba de chi cuadrado y/o prueba de probabilidad exacta de Fisher, se calculó riesgo relativo (RR), con intervalo de confianza (IC) de 95%. Fue utilizado el paquete informático Epi-info. Se construyeron cuatro índices de riesgo: Mala historia escolar (R1): adolescentes con problemas escolares, antecedentes de deserción, repitencia o ambos; Estilo de vida no saludable (R2): consumo de alcohol, tabaco o drogas y sin práctica de actividades recreativas extraprogramáticas; Mala historia escolar y laboral familiar (R3): menos de 8 años de escolaridad del padre, de la madre o de ambos e inestabilidad laboral; Familia con perturbadores funcionales (R4): sin madre, sin padre o sin ambos, regular o mala percepción del adolescente del ambiente familiar, con antecedentes judiciales, psicológicos, consumo de alcohol o drogas y violencia doméstica.
Para las mediciones cualitativas se realizaron entrevistas en profundidad y conversaciones grupales, con el fin de profundizar en especificidades de los significados de relatos, público y privado, que hicieron los adolescentes de ambos sexos de su contexto de vida individual, familiar, escolar y comunitario. El trabajo de campo fue guiado con pautas de contenido, tanto para la entrevista como para grupos, con el fin de mantener el intercambio conectado con los ejes temáticos del instrumento estructurado. La intención fue realizar una exploración dialógica semiestructurada, sin inhibir el discurso, para propiciar el surgimiento de significados y sentidos construidos desde lo particular y lo colectivo. El trabajo con grupos focales consistió en la conversación sobre un tema específico que es conocido y tratado en común para indagar la percepción construida colectivamente. Para representar la experiencia, individual y colectiva, se realizaron registros, escritos y visuales, de observaciones obtenidas en entrevistas en profundidad y conversaciones con grupos focales, con un análisis e interpretación sistemática de los contenidos de la transcripción.
Resultados
Resultados cuantitativosEl análisis de los datos según sexo muestra una población homogénea respecto de edad, curso, informe y edad de menarca o de primera eyaculación, p < 0.05. Respecto de la sexualidad se encontró una baja proporción de adolescentes que informaron haber iniciado relaciones sexuales, sin embargo, se observó que el ejercicio es más responsable en adolescentes mujeres, porque el 100% informó uso de métodos anticonceptivos (tabla 1). La necesidad sentida sobre información sexual fue mayor en las mujeres que en los hombres (63.5% vs. 45.7%; χ2 5.7; p < 0.05).



Tabla 1. Perfil de adolescente escolarizado según sexo, considerando variables biológicas y relacionadas con el ejercicio de su sexualidad (diferencias estadísticas no significativas, p > 0.05).
Historia escolar de adolescentes
Uno de cada tres adolescentes presentaron riesgo de mala historia escolar (p > 0.05). Hubo diferencias significativas de género en antecedentes de deserción (16.3% mujeres vs. 5.7% varones; p < 0.05) y rendimiento escolar. Los varones alcanzan un rendimiento escolar más deficiente que las mujeres (promedios de calificación menor a 5 puntos 22.9% varones vs. 14% mujeres; p < 0.05). Uno de cada tres adolescentes tenía antecedente de repitencia y uno de cada dos, trastornos de aprendizaje, las matemáticas y la lectoescritura son las disciplinas más referidas (p > 0.05) (figura 1). Los escolares varones trabajan en mayor proporción que las escolares mujeres (2.4% vs. 12.4%; p < 0.05).



Figura 1. Perfil de la historia escolar y laboral de adolescentes escolarizados, según sexo († diferencias estadísticamente significativas, p < 0.05).
Estilo de vida
El índice riesgo de estilo de vida no saludable mostró que uno de cada dos adolescentes reconoce consumo de tabaco, alcohol o marihuana, y no realiza actividades recreativas extraprogramáticas (p > 0.05). La práctica de actividades deportivas difiere significativamente en el promedio de horas diarias que dedican al deporte, mujeres 5 horas y varones 8.5 horas (p < 0.05.) Esta situación se reconfirma con el tipo de actividades recreativas, porque los varones prefieren las deportivas (41.0% vs. 22.4%; χ2 4.7; p < 0.05) y las mujeres las artísticas (43.1% vs. 8.2%; χ2 19.2; p < 0.05) (figura 2). Ven televisión en promedio 3 horas diarias (p > 0.05). Las mujeres informan más alteraciones del sueño (11.8%) que los varones (4.8%; p > 0.05). En ambos grupos profesan de preferencia la religión evangélica, seguida de la católica (p > 0.05).



Figura 2. Perfil de variables relacionadas con estilo de vida, según sexo de adolescentes escolarizados; Valdivia, 2002 († diferencias estadísticamente significativas, p < 0.05).
Historia escolar y laboral familiar
En general, tanto el padre como la madre presentan bajos niveles de escolaridad. En adolescentes mujeres y varones se observó que la historia escolar de la madre era menor en años cursados que la del padre (χ2 10.2 p < 0.05). Según el sexo, se encontraron diferencias significativas en padres que cursaron menos de 8 años (26.7% vs. 41.8%; χ2 8.6; p < 0.05). Un tercio de los padres tenía trabajo inestable y, en el caso de las madres, un quinto de ellas se hallaban en igualsituación (p < 0.05). Como consecuencia de lo anterior, dos de cada tres adolescentes, mujeres y varones, tenían riesgo de mala historia escolar y laboral familiar (p > 0.05) (tabla 2).



Tabla 2. Perfil historia escolar y familiar, y de perturbadores funcionales del contexto familiar según sexo de los adolescentes.Para escolaridad padre: 75 mujeres y 91 hombres con información; para escolaridad madre: 82 mujeres y 98 hombres con información; inestabilidad laboral padre: 82 mujeres y 97 hombres con información; inestabilidad laboral madre: 7/33 mujeres adolescentes con madres que trabajan, y 9/43 hombres adolescente con madres que trabajan († diferencias estadísticamente significativas: escolaridad padre χ2 4.1, p < 0.05; trastornos psicológicos χ2 4.8, p < 0.05).
Familia y perturbadores funcionales
Dos de cada tres adolescentes presentaron riesgo de perturbadores funcionales en su familia (p > 0.05). Antecedentes de trastornos psicológicos y maternidad temprana en la familia se observaron con mayor frecuencia en adolescentes mujeres (p < 0.05).
Comportamiento índices de riesgo
No se observaron diferencias significativas según sexo (p > 0.05, figura 3). El estudio del comportamiento entre índices de riesgo mostró asociación entre el riesgo de mala historia escolar de adolescentes con el índice de riesgo de estilo de vida no saludable de adolescente (V de Cramer's 0.15, p < 0.05) y con el riesgo de familia con perturbadores funcionales (V de Cramer's 0.24, p < 0.05).



Figura 3. Perfil de índices de riesgo según sexo, adolescentes escolarizados, Valdivia 2002.R1: riesgo de mala historia escolar; R2: riesgo de estilo de vida no saludable; R3: riesgo de mala historia escolar y laboral familiar; R4: riesgo de familia con perturbadores funcionales.
Resultados cualitativos
En el discurso público, grupos focales, adolescentes de uno u otro sexo hicieron énfasis en el significado de experiencias de interacción violenta entre compañeras y compañeros, percepción de liderazgo masculino, contexto familiar y comunitario con altos índices de violencia, delincuencia social. Reconocimiento de prostitución juvenil, homosexualidad, alcoholismo, aborto, embarazo no deseado, embarazo en adolescentes sin apoyo familiar, narcotráfico y consumo de drogas, hechos delictivos y criminales, escasez de oportunidades para estudiar y estereotipos de sexo. En lo privado surgen, en el relato espontáneo, el acoso y violencia sexual, pornografía, desunión familiar, soledad, abandono, desamparo, desesperanza, inequidad, discriminación, falta de comunicación, amistad y amor, endeudamiento, hambre, enfermedades, escasas oportunidades de recreación y violencia doméstica.
Discusión
La combinación de métodos cuantitativos y cualitativos generó conocimientos no previstos de la realidad social de los adolescentes. El método cuantitativo permitió establecer parámetros que definen claramente la desventaja social del contexto familiar, de los estilos de vida y de la historia escolar de adolescentes y son coincidentes con lo señalado en la literatura revisada. Se ha informado que los años de estudio alcanzados por adultos en el hogar es el factor de mayor incidencia en los logros educacionales de los escolares,10,11 y explica entre 40% y 50% del impacto que ofrecen las características del contexto socioeconómico y familiar en esos logros. La capacidad económica explica entre 25% y 30%, incidiendo en tercer lugar la infraestructura física de la vivienda y, por último, el nivel de organización familiar. Todos estos factores han sido definidos como predictores de la historia escolar. Se ha reiterado que a medida que disminuyen la repitencia, el ausentismo y la deserción, y aumenta el rendimiento escolar, se aumenta la tasa de retorno privada y social de la inversión en educación. Cuando la población receptora de servicios educativos tiene menor nivel socioeconómico baja la rentabilidad de la inversión en educación. Por lo tanto, mejorar la eficacia de la educación operando específicamente sobre variables ligadas al contexto educativo es una estrategia ineficiente, puesto que el 60% del rendimiento escolar diferencial se explica por factores extraescolares.11
La incidencia de 12.4% de trabajo en adolescentes hombres fue otra variable de riesgo encontrada para logros educacionales y sociales. El análisis de esta variable se plantea desde dos perspectivas. Primero, quienes están trabajando entre los 13 y 17 años acumulan pérdidas en años de educación y como consecuencia en su vida adulta recibirán ingresos que serán inferiores en un 20%. Se produce un efecto negativo intergeneracional del trabajo temprano, porque estos adolescentes con menor nivel educativo constituirán familias más numerosas, con menor capacidad para generar ingresos, mayor probabilidad de caer en la pobreza y definir un hogar con bajo clima educacional que generará bajo logros educacionales de sus hijos.10,12,13 Segundo, los ingresos que generan significan mucho para los hogares con niños y adolescentes que trabajan, porque si no contaran con ellos, la pobreza aumentaría entre 10 y 20 puntos porcentuales y la indigencia entre 5 y 15 puntos.12 Es necesario tener presente que cuando los hogares están sumergidos en la pobreza se generan arreglos familiares para superarla. Uno de ellos es la incorporación de adolescentes al trabajo informal.14 Si asumimos que la educación es uno de los elementos vitales para superar la pobreza y para el desarrollo humano,15 entonces le corresponde a la escuela, como reacción intencionada, reorganizar sus actividades educativas de refuerzo para atenuar el impacto del trabajo en los logros educacionales de los adolescentes. Hay un sujeto social que ejerce la acción sobre una diversidad de configuraciones del objeto social sobre el que se destina la acción.
La alta incidencia de perturbadores funcionales en la familia define un contexto familiar que puede explicar los índices de mala historia escolar y estilo de vida no saludable en la población estudiada. Primero, el consumo de bebidas alcohólicas por parte de los padres puede propiciar el consumo en los hijos.16 El consumo social y familiar permite un clima de tolerancia y convivencia con el alcohol.17 Segundo, la existencia de problemas de relación en la familia y sus consecuencias en el clima familiar y en diversas variables individuales de los hijos son uno de los principales desencadenantes del aumento de consumo de bebidas alcohólicas, alteraciones de identidad, baja autoestima e incapacidad de autocontrol.18 Para adolescentes mujeres se identificaron dos marcadores de riesgo de embarazo adolescente, como son los antecedentes de deserción escolar y maternidad temprana en la familia. Se ha propuesto que a menores expectativas, posibilidades, perspectivas y motivación para elevar la escolaridad, mayor será la probabilidad de que la adolescente, como reflejo del contexto y valores que le dan sentido a su vida, vea la maternidad como su única alternativa. Además, los embarazos adolescentes son vividos como una salida a problemas de violencia familiar y abuso, o como una manera de conseguir figuración y valoración social.19-21
Los métodos cualitativos complementaron la información obtenida a través de los métodos cuantitativos. Aportaron información sobre el imaginario social y significados, individuales y colectivos, que otorgaron adolescentes de uno u otro sexo a fenómenos sociales de sus contextos específicos de interacción. En lo cotidiano conviven en un contexto donde la patología social está naturalizada. Relatan variadas experiencias en sus familias, vecinos y amistades sobre el ejercicio de la sexualidad vinculada a reproducción no segura, sobre violencia social en sus expresiones de delincuencia y maltrato doméstico. Insisten en un proyecto de vida condicionado por la marginalidad, falta de oportunidades y discriminación. Estos relatos configuran un entorno sociocultural con determinantes que se expresan a través de alteraciones del comportamiento. Padres que son pobremente educados,10 que crían a sus niños en barrios de alta incidencia de criminalidad, que tienen problemas económicos ejercen con dificultad su papel socializador.22 La función exitosa de la familia se ve impedida en los casos de hogares monoparentales, que generalmente es la madre, porque los hijos viven más solos, sin apoyo emocional, con apoyo financiero limitado, cuya consecuencia son problemas escolares, de logro y realización personal.10,23 Se ha informado que la insatisfacción de necesidades básicas, así como la falta de expectativas de cambio, genera situaciones de ansiedad, estrés, violencia y desesperanza como respuesta a los conflictos que no se pueden resolver.18,23-27 El estrés en etapas tempranas del la vida contribuye a largo plazo a generar vulnerabilidad a las depresiones y trastornos de ansiedad.23,28
Los datos presentados representan la realidad social encontrada respecto de activos y pasivos que disponían adolescentes escolarizados, sus familias y su comunidad. Se revela un grupo con evidentes signos de vulnerabilidad social que permite comprender las nuevas formas de desventaja y exclusión social.29 Lo anterior se traduce en un comportamiento epidemiológico de salud mental y problemas escolares que sugiere potenciar la capacidad de respuesta social organizada.30 Es preciso reorientar la acción para vencer las causas prevenibles. Se requiere hacer atractiva la atención en salud con un cambio de paradigma de servicios fijos a servicios que se ofrezcan en las escuelas y centros comunitarios. El tercer nivel de respuesta es el cambio de enfoque, pasar de la simple atención a la salud a la atención enfocada no sólo al riesgo sino al reconocimiento de activos y pasivos, y a resiliencia. El desafío es, en una acción vinculada del intra e intersector, fortalecer las oportunidades de educación hacia la producción, romper los mitos de sexualidad vinculada a la reproducción y propiciar un contrato social para adolescentes como una inversión social efectiva. Descuidar la juventud significa producir y reproducir patología de alta trascendencia social y económica para los adolescentes, sus familias y la comunidad.29,31
Finalmente, la combinación de métodos, cuantitativos y cualitativos, permite tomar conciencia de la heterogeneidad de problemas, materias y disciplinas que intervienen en las cuestiones de salud de los adolescentes. El análisis exige comprensión e interpretación no sólo desde el punto de vista de enfoques interdisciplinarios y de los marcos teóricos derivados de las distintas disciplinas, sino también de los enfoques metodológicos y estrategias para el significado de la acción. Es el momento de hacer algo más que una pura incidencia indirecta de una acción. El trabajo vinculante e intencionado de salud y educación es la alternativa clave para sortear la pobreza, exclusión, desigualdad, inequidad y desesperanza aprendida en la juventud. Esto último se constituye en el gran desafío para la institucionalidad política y para los recursos humanos del ámbito social.32,33
Los autores no manifiestan conflictos.
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