Los virus linfotrópicos a células T del humano tipo I (HTLV-I) y tipo II (HTLV-II) son los virus prototipo de la familia Retroviridae. El HTLV-I es el agente etiológico de la leucemia/linfoma a células T del adulto y de la paraparesia espástica tropical (PST) o mileopatía asociada al HTLV-I (HAM), un síndrome neurológico crónico demielinizante.1-3 Además, se ha demostrado que el HTLV-I está asociado a otras enfermedades inflamatorias y autoinmunes, tales como artropatía inflamatoria crónica y síndrome de Sjögrens, polimiositis, uveítis, alveolitis y dermatitis infecciosa.4 Si bien el papel del HTLV-II como agente oncogénico no está todavía esclarecido, hay suficiente evidencia de que el virus produce también un cuadro neurológico similar a la PST.5,6
Una de las principales vías de transmisión de estos virus es la parenteral, a través de la transfusión de sangre infectada. Se ha descripto que 20% a 63% de los receptores de componentes celulares de sangre infectada contraen la infección.7 Además, un informe da cuenta del rápido desarrollo de mielopatía degenerativa luego de una transfusión de sangre infectada.8
Los componentes no-celulares de la sangre, tales como el plasma, no han sido asociados con la transmisión del virus; sin embargo, algunos estudios en animales de laboratorio han demostrado que el HTLV-I puede ser transmitido vía suero libre de células.9 Estos resultados sugieren que la transmisión del HTLV-I es posible a través del plasma de individuos infectados.10
Estudios seroepidemiológicos realizados en Argentina han descripto altas prevalencias de infección por HTLV-I/II en los bancos de sangre de las provincias del norte del país (Jujuy 1%, Salta 0.7%, Formosa 0.6%)11-15 y prevalencias más bajas en las provincias del centro de Argentina (≤1%).16-18 Si bien se desconoce la situación epidemiológica de la mayoría de las provincias, los datos con los que se cuenta hasta ahora indican que hay al menos dos regiones diferentes en el país: una región de alta endemicidad para HTLV-I/II en el norte, y otra región de baja endemicidad en el centro.Los primeros estudios epidemiológicos que realizamos en Córdoba con el objeto de evaluar la circulación de los virus HTLV-I y HTLV-II en los bancos de sangre regionales fueron llevados a cabo en el Banco de Sangre de la Universidad Nacional de Córdoba durante el período 1996-1997. Encontramos 14 donantes de sangre infectados en 5 476 donantes estudiados, lo que determinó una prevalencia para HTLV-I/II de 0.26%.19 Todas las muestras, excepto una, fueron tipificadas como HTLV-I. Los donantes infectados eran hombres con edades entre 27 y 53 años; 2 eran originarios de Salta y Perú (regiones de alta endemicidad para HTLV-I) y los demás habían nacido en la provincia de Córdoba. De las encuestas epidemiológicas realizadas surgió que uno de los donantes tenía antecedentes de uso de drogas endovenosas; sin embargo, en la mayoría de los donantes infectados no se pudieron determinar los factores de riesgo para la infección. Dos de los donantes infectados habían nacido en zonas de alta endemicidad para el HTLV-I (provincia de Jujuy, Argentina, y Perú). Así, el componente étnico aborigen sería el principal factor de riesgo para la infección en estos individuos. Esto último es concordante con lo observado por otros autores.20 Este estudio constituyó la primera descripción de la presencia del virus HTLV-I en las poblaciones de bajo riesgo en una provincia mediterránea de Argentina.
En el año 2000 se realizó un estudio en el cual se incorporaron muestras de sangre de donantes de diferentes bancos de sangre de la provincia de Córdoba. Se realizó el rastreo de anticuerpos para HTLV-I/II en 7 897 donantes (7 143 de bancos de sangre de la ciudad de Córdoba, 330 de un banco de sangre de la ciudad de Río Cuarto, Córdoba, y 424 de las ciudades de Colonia Caroya y Jesús María, Córdoba). Sesenta y nueve de las 7 897 muestras fueron reactivas por las técnicas del ratreo y 3 de ellas fueron confirmadas como HTLV-I por inmunofluorescencia indirecta «in house» y western blot. Así, la seroprevalencia para HTLV-I fue de 0.038%. Si bien esta prevalencia fue menor que la encontrada en el año 1997, los resultados corroboraron que el virus HTLV-I circulaba en los bancos de sangre regionales. En ese mismo año, en el Banco de Sangre de la Universidad Nacional de Córdoba fueron detectados dos donantes infectados con HTLV-I en 3 432 donantes (0.06%),21 mientras que en todo el año, en el mismo banco de sangre, ningún donante resultó reactivo para HIV. Esto último indica que las encuestas de autoexclusión permiten reducir el riesgo de donación por parte de los individuos infectados con HIV, pero que no serían adecuadas (tal como están diseñadas actualmente) para evitar la donación de los individuos infectados con HTLV. Este riesgo, además, se potencia por las campañas continuas que se llevan adelante en la ciudad de Córdoba para estimular la donación de sangre por parte de los estudiantes universitarios, de los cuales gran porcentaje proviene de las zonas de Argentina con alta endemicidad para HTLV-I.
En otras regiones del mundo con baja endemicidad para HTLV-I/II, las seroprevalencias en los bancos de sangre están en un rango que va desde 0.005% a 0.046%.22-24 Si bien la prevalencia de HTLV-I/II en estas regiones es baja, la sola presencia del virus en la población de bajo riesgo junto con la eficiente transmisión del virus por transfusión sanguínea7,8 han determinado que las autoridades de salud de estos países dispongan iniciar el control obligatorio de HTLV-I/II en los bancos de sangre. Esto fue implementado primero en Japón, luego en EE.UU., Canadá, Australia, varios países de Europa, Brasil y recientemente Uruguay. En Argentina existe suficiente evidencia de la circulación de los virus HTLV-I/II en poblaciones de donantes de sangre,11-17,19 pero el control de estos virus no se realiza aún en la mayoría de las provincias porque no es obligatorio por ley para los bancos de sangre en nuestro país. Sin embargo, la determinación de anticuerpos para HTLV es recomendada por las Normas de Medicina Transfusional de la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología (AAHI) , 5ta edición, 1997.25
Hay actualmente suficiente evidencia de la presencia de los virus HTLV-I y HTLV-II en los bancos de sangre de nuestro país. Es por ello que consideramos que el control de HTLV-I/II en los bancos de sangre debe implementarse en forma rutinaria y obligatoria con el fin de reducir el riesgo de transmisión viral por vía sanguínea. Además, los resultados de nuestros estudios son concordantes con los de otros autores en Argentina17 e indican que la detección de HIV que se realiza en forma sistemática en los donantes no sería un marcador subrogante de la infección por HTLV, ya que no es frecuente encontrar donantes de sangre coinfectados con ambos retrovirus. En Argentina, entre los factores que influyen en la calidad de la sangre, el tamizaje de marcadores de infección para diferentes agentes infecciosos en donantes de sangre tiene mucha importancia, ya que las donaciones altruistas de repetición son la excepción y la mayor parte son donantes de primera vez.26 En estos últimos, la prevalencia de enfermedades infecciosas es mayor.27
La evidencia de que el virus HTLV-I estaba circulando en los bancos de sangre de Córdoba, y las recomendaciones de las Normas de Medicina Transfusional de la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología determinaron que algunos bancos de sangre de la provincia implementaran el tamizaje sistemático de anticuerpos para HTLV-I/II. Sin embargo, actualmente, algunos bancos de sangre de la región continúan sin realizar tal determinación. Desde que se implementó el rastreo sistemático de HTLV-I/II en el banco de sangre de la Universidad Nacional de Córdoba, se estableció un convenio entre dicha Institución y nuestro laboratorio para realizar los tests de confirmación a todos los donantes de sangre que resultaran reactivos en dicho banco de sangre. Así, cuando se detecta a un donante reactivo por las técnicas de tamizaje, se lo cita al banco de sangre para obtener una segunda muestra de sangre y llevar a cabo las técnicas confirmatorias. Además, se lo somete a un interrogatorio en el cual se indaga todo lo relacionado con el probable riesgo de infección. En caso de que el donante se confirme como positivo, se le instruye respecto de las consecuencias de ser portador del virus y de las medidas que debe tomar para evitar la transmisión a sus contactos, explicándole claramente las razones por las cuales no debe donar más sangre. Este sistema de trabajo conjunto ha permitido, por un lado, brindar a los donantes información certera y definitiva respecto del diagnóstico de la infección viral, evitando de este modo la ansiedad que genera un resultado reactivo no confirmado; y por otro lado, evitar que los donantes con infección confirmada vuelvan a donar sangre. Lo último adquiere particular importancia si se tiene en cuenta que en muchos bancos de sangre regionales no se realiza aún el tamizaje de HTLV-I/II.
El derecho a la salud comienza antes de estar infectado con un virus potencialmente oncogénico. El derecho a la salud no es algo que pueda postergarse porque mientras exista riesgo de que una sola persona se enferme, deben tomarse las medidas de prevención necesarias. Es posible, por las características patogénicas del virus, que la mayoría de las personas que reciben transfusión de sangre infectada con HTLV-I/II no desarrollen la enfermedad en su vida, pero actuarán como portadores asintomáticos crónicos que favorecen la continuidad de la transmisión y diseminación de estos virus oncogénicos en nuestro país.